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Hemos privatizado funciones y actividades que considerábamos propias e intransferibles del Estado. Pueden citarse como ejemplos la justicia a través de los tribunales de arbitramento, la salud, la educación, las telecomunicaciones y los servicios públicos domiciliarios. Ya se anunció la de las cárceles. Sin embargo, siguen siendo monopolios departamentales, garantizados por la Constitución y la ley, la producción y la comercialización de rones, aguardientes y las loterías, que sobreviven porque desde cuando se establecieron por los españoles durante la Colonia son fuente de privilegios, ventajas y enriquecimiento para quienes directa o indirectamente se encargan de su manejo. Todos nuestros organismos de control y muchos juzgados y tribunales han denunciado a las licoreras y loterías, más a las primeras que a las segundas, como focos de politiquería y corrupción. Desde hace tiempo son la caja negra de las campañas políticas a nivel regional. Esa es la razón principal por la que cada día contribuyen menos a...