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"Cuando chiquito lloraba, ahora grande también lloro". El canto sale como un suspiro. El vaquero mira de lejos el ganado bajo el sol de mediodía. Varios metros adelante, doce hombres a caballo guían las reses al corral. Antes deben dominarlas, guiarlas con rejos. La estrategia, por encima de la fuerza, es cantar: "Ja, ja, ja, ja". "Oooooh". Las reses atraviesan un río. Una se escapa, y la manada se detiene: un vaquero la persigue lazo en mano. El jinete tira al aire la cuerda y enlaza el cuello del animal. La recupera. "Ja, ja, ja, ja". Géiler Vargas Oropeza, mientras tanto, canta desde lejos: "Cuando chiquito por teta y ahora, por la mujer que adoro". Los vaqueros están en la reserva natural Hato Los Deseos, una hacienda ganadera con 900 hectáreas en conservación. Está ubicada en el municipio de Paz de Ariporo, del departamento colombiano de Casanare, y forma parte del ecosistema de sabana inundable, amenazado por la agroindustria y los monocultivos. Esta es la primera parada de un proyecto entre Awake.travel y la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), que busca en el turismo una alternativa para la conservación de la biodiversidad. Ha llovido. Como cada año entre mayo y noviembre, la sabana está empantanada. Los vastos terrenos que en verano están secos, ahora, llenos de agua, son hogar de chigüiros, del caimán llanero; son alimento de osos palmeros y de corocoras. El ganado no se inmuta: se ha adaptado a la dinámica natural. Después de la jornada de trabajo de llano, Alonso Mancipe desmonta su caballo. Se refresca y se alista para acompañar a los turistas al safari llanero. Son las 5 de la tarde. La sabana se ilumina con el sol de los venados, como lo llama Alonso. El motor de la camioneta blanca y descapotada se apaga. Géiler, Alonso y los turistas hacen silencio. La imagen es así: los chigüiros beben agua...