Sarrionandia, Joseba, ¿Somos como moros en la niebla? Traducción al español de Javier Rodríguez Hidalgo. Pamplona: Pamiela, 2012, 973 pp., ISBN: 978-84-7681-750-6. (Original en euskera: Moroak gara be- helaino artean? Edición de Iñigo Aranbarri. Pamplona, Pamiela, 2010, ISBN: 978-84-7681-656-1, 709 pp.).
Antes de iniciar la reseña de este ensayo, es preciso señalar que llama la atención lo poco que ha sido traducido este autor (uno de los grandes de la lite- ratura vasca contemporánea) al español. Apenas contamos con la traducción de Ni ez naiz hemengoa (No soy de aquí, 1991) y cuentos aparecidos en antologías colectivas: la de Jesús María Lasagabaster (Antología de la narrativa vasca actual, 1986); la de Iñaki Aldekoa (Antología de la poesía vasca. Euskal poesiaren antologia, 1993); la de José Luis Otamendi (Desde aquí. Antología del cuento vasco actual, 1996); y la de Mari Jose Olaziregi (Pintxos. Nuevos cuentos vascos, 2005). Por otro lado, en Hau da ene ondasun guzia («Esta es toda mi fortuna», 1999) los textos aparecen también traducidos al español, fran- cés, inglés y alemán. Y algunos de los poemas de Sarrionandia se incluyeron en Ocho poetas raros (Conversaciones y poemas), de José María Parreño y José Luis Gallero, 1992, y en Siete poetas vascos, 2009. Por otro lado, se puede conocer el perfil de este autor mediante la lectura de Cinco escritores vascos, de Hasier Etxeberria, 2002. Razones extraliterarias son, sin duda, las causantes de la señalada escasez de traducciones al español, razones que no han afectado a otros idiomas:
Narrazioak (1983): catalán (Narracions, 1986); italiano (Lo scrittore e la sua ombra, 2002).
Ni ez naiz hemengoa (1985): alemán (Von Nirgendwo und Überall, 1995).
Atabala eta euria (1986): gallego (Chuva e tamboril, sin publicar).
Lagun izoztua (2001): alemán (Der gefrorene Mann, 2007).
Sorprende en el libro que nos ocupa, ganador en 2011 del Premio Euskadi de Literatura en la modalidad de ensayo y también vertido al catalán (Som com moros dins la boira?, 2012, traducción de Ainara Munt Ojanguren), la diferen- cia en el número de páginas entre el original en euskera (709: 542 más 160 de notas) y la traducción al español (973: 858 más 105 de notas). La explicación es la siguiente: el autor, cuando se le planteó la posibilidad de que su libro fuera traducido, quiso añadir mucho más texto. Sarrionandia, en la entrevista que concedió a Luis María Okariz para el periódico Deia (2-12-2012), desveló los motivos:
«Se amplían algunos temas, se introducen otros. Por ejemplo, al interlocutor vascoparlante no sentí la necesidad de plantearle el tema del valor de la lengua, porque pienso que tiene asumido ese valor. En castellano he introducido una línea de reflexión al hilo de El oro de Caramablú, de Johannes Urzidil. Era un escritor judío de Praga, amigo de Franz Kafka, y escribió un hermoso relato simbolista sobre el norte del País Vasco ambientado cuando al otro lado de la frontera se desarrollaba la Guerra Civil. La lengua, el tesoro de la montaña, es la pizca de oro que brilla en los labios de las personas; cada lengua en particular y el lenguaje como tal. He ampliado también el análisis de los conceptos de Miguel de Unamuno y Pío Baroja en relación a la política.»
El título del ensayo remite a un verso de un poema de Unamuno («poema arraro bat», es decir, un poema raro, en palabras de Sarrionandia) titulado «Salutación a los rifeños» y citado en el undécimo capítulo del ensayo: «¿Somos moros en brumas?, / ¿rifeños desterrados? / ¿las hoy secas espumas / de una algara del mar en su reflujo?». No se entiende muy bien que el título de la versión castellana no reproduzca textualmente el primer verso de Unamuno, fielmente traducido, en cambio, por Sarrionandia como «Moroak gara behelaino artean?» en el título vasco original. En el caso del título en español se trata de una decisión, no del traductor (el portugalujo Javier Rodríguez Hidalgo), sino del propio autor, que ha optado por el sustantivo niebla precedido de artículo (frente a las brumas en plural y sin artículo del original unamuniano) y ha incluido el adverbio comparativo «como», algo que también se observa en la versión catalana.
Esta obra supone por parte de Sarrionandia un descomunal ejercicio de eru- dición. Es un ensayo muy documentado y, al mismo tiempo, muy ameno. En efecto, el texto está salpicado de sabrosas anécdotas protagonizadas por Alexan- der von Humboldt, Victor Hugo o François de Chateaubriand. Confirmamos, pues, lo que ya sabíamos: que Sarrionandia es tanto un gran lector como un escritor de primera fila. Los índices temático y onomástico del libro están dis- ponibles en la página web de la editorial, lo cual es muy de agradecer. Asimis- mo, cada capítulo tiene un listado previo de los temas que en él se va a encon- trar el lector.
El punto de partida del ensayo es un antepasado del autor: Pedro Hilarión Sarrionandia, franciscano nacido en 1865 que fue destinado al norte de África y que estudió el rifeño (una variedad bereber) con tanto entusiasmo que incluso llegó a publicar, en 1905, una gramática del mismo, que Joseba Sarrionandia define, basándose en lo que el propio fraile declara en el prólogo, como «arma política» del expansionismo español («Incluso la filología era una rama de la empresa político-militar», p. 134). Sin embargo, en 1909, el religioso redactó un escrito titulado «Noticia sobre la lengua que se habla en el Rif, lengua abo- rigen de todo el Norte de África», en el que se descuelga con unas opiniones sorprendentes recogidas en el ensayo (p. 164):
«Por la extraordinaria bravura y heroico patriotismo de la raza bereber, que en medio de tantas y tan poderosas invasiones extranjeras como ha sufrido en el transcurso de los siglos, ha sabido conservar su independencia, su lengua y su vida social propia, como lo están demostrando ahora mismo nuestros vecinos del Rif.»
Este fraile le sirve al autor como pretexto para situarnos en un tiempo y en un lugar concretos y ofrecernos una visión (mezcla de datos históricos y evalua- ción de los mismos) de los procesos colonizadores y poscolonizadores del norte de África y de la historia de España (la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la dictadura de Francisco Franco). Esta primera parte del ensayo abarca los primeros 21 capítulos (22 en la versión castellana). La segunda (compuesta por los 12 capítulos siguientes, 13 en la versión caste- llana) representa, una vez expuesto el contexto histórico, el ensayo en sí. En él, Sarrionandia nos habla de las lenguas y sus culturas, de los nacionalismos, la globalización, la migración, el multiculturalismo o las ansias imperialistas de las potencias occidentales, hasta llegar a la realidad política actual, dirigida por las directrices marcadas por EEUU y las sociedades anónimas. Esta obra es, por tanto, un repaso a las estrategias de poder (mediante leyes o armas químicas), de sometimiento al débil, con múltiples ejemplos, muchos de ellos de índole lingüística. Un repaso desde una óptica crítica, sin tapujos.
Una de las preguntas-clave del ensayo es, obviamente, la derivada del títu- lo: ¿quién es moro? Ante todo, hemos de recordar que esa palabra, aunque no lo refleje el DRAE, se suele utilizar con connotaciones peyorativas. En cam- bio, Sarrionandia la emplea sin reparo con las acepciones una y tres del DRAE: «natural de África septentrional frontera a España» o «que profesa la religión islámica». Pues bien: la lectura del ensayo desvelará la incógnita plan- teada. Moro es el otro. «Cualquiera puede y por cualquier motivo ser moro para los demás. Es decir, hay muchísimos moros, todos somos moros de algu- na manera» (p. 752).
Sarrionandia, a partir del poema de Unamuno, establece paralelismos entre el moro y el vasco («Al igual que los vascos de antaño, los rifeños están combatiendo frente a los cristianos. En esa pelea contra la llamada Civiliza- ción, los moros, como los vascos, no tienen posibilidad de vencer», p. 161; «Allí tuve mi mundo, en Garaizar y en Goyuria, en Yurreta y en Durango, y mis primeros mapas fueron las nubes. Éramos moros. Como Pedro H. Sarrio- nandia, o Mohamed ben Abdelkrim, o cualquiera que empieza a ir hoy a una escuela en Navarra», p. 852).
En efecto, ese «somos» del título nos está indicando que las referencias a lo vasco van a ser constantes. Aquí solo mencionaremos algunas, de índole lingüístico-cultural, dejando a un lado otras equiparaciones de orden político (si bien la política ha condicionado algunas de esas características lingüístico- culturales): el eje articulador del libro, Pedro H. Sarrionandia, es vasco-hablan- te y estudia el rifeño; su diccionario y sus trabajos de recopilación de la tradi- ción oral rifeña son equiparables a la obra de Resurrección María de Azcue con el vascuence; una de las teorías del origen del euskera (la camítico-semíti- ca) lo emparenta con las lenguas bereberes; tanto el vasco como las lenguas bereberes son lenguas muy permeables a las de su entorno, por lo que es falsa la idea de su total aislamiento; el vascuence y las lenguas bereberes, desprovis- tos de toda oficialidad, han sido históricamente marginados de la escuela, déficit solventado ya en el caso del euskera; han tenido una rica literatura oral (repentismo, cuentos populares, etc.); han carecido de una coiné, de un están- dar (hasta 1968, en el caso del vascuence), con las consecuencias que ello ha acarreado; los rifeños, al igual que los euskaldunes y los hablantes de cualquier otra lengua minorizada, reciben con los brazos abiertos a los foráneos que estudian su lengua; Sarrionandia equipara la gramática rifeña de su antepasado a otra vasca, de titulo revelador, El imposible vencido, de Manuel de Larra- mendi; etcétera, etcétera.
En su defensa de la lengua vasca, Sarrionandia analiza con ojo crítico las visiones al respecto de Miguel de Unamuno y Sabino Arana: uno negó al vas- cuence el pan y la sal (su misma supervivencia), y el otro, aunque en teoría defendía un resurgimiento de la lengua, planteaba una praxis perniciosa para la misma: el rechazo de una coiné y de los préstamos léxicos, y el repudio de la propia lengua en el siguiente caso: «Si nuestros invasores aprendieran el euske- ra, tendríamos que abandonar éste archivando cuidadosamente su gramática y su diccionario, y dedicarnos a hablar el ruso, el noruego o cualquier idioma desco- nocido para ellos, mientras estuviésemos sujetos a su dominio», p. 523. Así pues, Sarrionandia, aún sin decirlo explícitamente, nos revela que los plantea- mientos de Unamuno y Arana respecto a la lengua vasca no eran tan dispares. El autor, además de reflexionar sobre la literatura universal (por las páginas del libro transitan Mohamed Xukri, George Orwell, Joseph Conrad, Victor Hugo, Goethe, Kafka, etc.), hace un repaso a la literatura vasca desde sus oríge- nes a nuestros días. Y, aunque reconoce que la literatura vasca actual goza de una salud envidiable respecto a épocas pasadas, también señala algunos aspec- tos negativos. Uno de ellos lo recoge en el texto original en euskera («Hiper- hizkuntza hori sendotu eta arautu denean, idazten den literatura gehiena molde horretan egiten da, gipuzkera ondo arautu eta landuan»1, p. 535), pero no en la versión castellana.
En definitiva, nos encontramos ante un relevante ensayo y un libro de His- toria al que se han incorporado otros géneros (narrativa, epístola, poesía, etc.). En este ensayo narrativo, las reflexiones son ejemplificadas con anécdotas y hechos históricos, al contrario de lo que hacía el Milan Kundera novelista, que se inclinaba por una narrativa ensayística. El interés del libro es múltiple: histó- rico, lingüístico y literario. En realidad, no nos encontramos ante un libro, sino ante varios libros reunidos en uno, por lo que puede servir de referente a un amplio abanico de lectores: interesados en la lengua y cultura árabes, en la His- toria de España, en la política económica, en el vascuence, en la literatura vas- ca, y en la literatura en general.
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Abstract
El título del ensayo remite a un verso de un poema de Unamuno («poema arraro bat», es decir, un poema raro, en palabras de Sarrionandia) titulado «Salutación a los rifeños» y citado en el undécimo capítulo del ensayo: «¿Somos moros en brumas?, / ¿rifeños desterrados? / ¿las hoy secas espumas / de una algara del mar en su reflujo?». Sin embargo, en 1909, el religioso redactó un escrito titulado «Noticia sobre la lengua que se habla en el Rif, lengua abo- rigen de todo el Norte de África», en el que se descuelga con unas opiniones sorprendentes recogidas en el ensayo (p. 164): «Por la extraordinaria bravura y heroico patriotismo de la raza bereber, que en medio de tantas y tan poderosas invasiones extranjeras como ha sufrido en el transcurso de los siglos, ha sabido conservar su independencia, su lengua y su vida social propia, como lo están demostrando ahora mismo nuestros vecinos del Rif.» En esa pelea contra la llamada Civiliza- ción, los moros, como los vascos, no tienen posibilidad de vencer», p. 161; «Allí tuve mi mundo, en Garaizar y en Goyuria, en Yurreta y en Durango, y mis primeros mapas fueron las nubes. Aquí solo mencionaremos algunas, de índole lingüístico-cultural, dejando a un lado otras equiparaciones de orden político (si bien la política ha condicionado algunas de esas características lingüístico- culturales): el eje articulador del libro, Pedro H. Sarrionandia, es vasco-hablan- te y estudia el rifeño; su diccionario y sus trabajos de recopilación de la tradi- ción oral rifeña son equiparables a la obra de Resurrección María de Azcue con el vascuence; una de las teorías del origen del euskera (la camítico-semíti- ca) lo emparenta con las lenguas bereberes; tanto el vasco como las lenguas bereberes son lenguas muy permeables a las de su entorno, por lo que es falsa la idea de su total aislamiento; el vascuence y las lenguas bereberes, desprovis- tos de toda oficialidad, han sido históricamente marginados de la escuela, déficit solventado ya en el caso del euskera; han tenido una rica literatura oral (repentismo, cuentos populares, etc.); han carecido de una coiné, de un están- dar (hasta 1968, en el caso del vascuence), con las consecuencias que ello ha acarreado; los rifeños, al igual que los euskaldunes y los hablantes de cualquier otra lengua minorizada, reciben con los brazos abiertos a los foráneos que estudian su lengua; Sarrionandia equipara la gramática rifeña de su antepasado a otra vasca, de titulo revelador, El imposible vencido, de Manuel de Larra- mendi; etcétera, etcétera.
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