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Una economía plenamente emancipadora*
I. El problema
En el curso del siglo XX la humanidad ha experimentado con dos sistemas económicos fundamentalmente diferentes: la economía capitalista/imperialista y la economía basada en la semiplanificación (cuasiplanificación) burocrática, habiéndose mostrado ambos inadecuados desde el punto de vista de la emancipación humana.
Podríamos objetar que la fórmula «desde el punto de vista de la emancipatión humana» refleja una cuestión previa axiomática. El libre desarroi lo de todos los individuos, es decir, la supresión de todas las situaciones de alienación, de explotación y de opresión se plantea como si fuera el único objetivo válido de la organizatión económica. Y esto es exacte. Pero no hace falta ser marxista ni socialista ni hegeliano para reconocer que esta postura tiene una base sólida. Ya Kant afirmó claramente que el ser humano es la unica finalidad suprema del nombre. Cualquier punto de partida diferente transforma al hombre y a la mujer en medios y los degrada inevitablemente.
Se podría objetar, también, que tender hacia una organizatión social de la economia, en la cual, para citar el Manifiesto Comunista, «el desarrollo libre de todos tiene como condición el desarrollo libre de cada uno», es perseguir un imposible, una utopía, y que esto se opone a la realizatión de fines más limitados y mas razonables. Esta objeción no es válida.
Nosotros, los socialistas/comunistas democráticos y marxistas de ningún modo tenemos en mente una sociedad ideal, sin problemas, «el fin de la historia» o de otros mitos que se nos atribuyen. A lo que aspiramos, con más modestia, es a alcanzar seis o siete metas emancipadoras básicas. Su consecutión significará el fin de la prehistoria humana, del drama de la lucha de todos contra todos por el pan cotidiano. A partir de ahí comenzará la verdadera historia humana. El drama humano vendrá a sustituir a los dramas inhumanos. Muchos problemas quedarán sin solución inmediata. Surgirán otros nuevos. Pero difícilmente se podrá negar que el mundo en el cual se puedan resolver estos se is o siete problemas clave será un mundo cualitativamente mejor que el mundo actual.
Decir que esto es imposible no es más que reiterar el dogma del pecado original bajo una forma un poco modernizada. Es condenar a la humanidad a...