Content area
Full Text
En toda bandera de país flota un tufo viejo que me recuerda al de la cruz de Cristo, con sus extendidas costras de sangre musgosa y recibida. Todo un pertrecho de guerra sin duda, pero blanco de poca monta promotor del despiste general o, como diría el mismísimo Evangelio: la piedra que corona el templo, pero que algún día fue despreciada por los constructores.