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Mors ultima linea rerum est.
(La muerte es el último límite de todas las cosas).
Horacio.
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
Gustavo Adolfo Bécquer.
Sit tibi terra levis.
(Que la tierra te sea leve).
Epitafio de las tumbas romanas.
En la Venezuela Hispánica y en especial durante el siglo XVIII y buena parte del XIX, los actos religiosos relativos a dar cristiana sepultura al cadáver -del que otrora en vida, fuera un feligrés- se llevaban a cabo generalmente durante las horas nocturnas y a los mismos solamente asistían varones. Al respecto Carlos Duarte expresa: "Era muy común que los entierros se hicieran por la noche. Los cortejos fúnebres estaban conformados sólo por hombres, quienes llevaban velas y hachas encendidas en su recorrido hasta el cementerio. Las mujeres quedaban en casa recibiendo el pésame y consuelo de las amigas y demás relacionadas".1 Al parecer tal costumbre tuvo sus orígenes en ciertas normas emanadas de las Leyes de Indias, los cabildos, los dictámenes de la Iglesia Católica y una serie de consideraciones de índole social, en las que el decoro, esa sutil substancia íntimamente vinculada a la honra, al concepto de lo honorable, regulaba las costumbres. No se estilaba que las damas asistieran a los entierros. Era menester evitar cuanto antes los "consabidos desmayos" de las mujeres por razones de emotividad.
A los ojos del presente esta consideración, podría tenerse como paternalista y pseudo protectora de la mujer, quizá tildable hasta de machista, porque pretendería atribuirle y hasta "achacarle" a las mujeres ciertas debilidades de carácter, amén de los gritos, llantos estrepitosos y cualquier manifestación que pudiese alterar el silencio y la sobria paz pública. Sin embargo, como toda norma tiene su excepción es menester añadir que en tiempos coloniales era perfectamente posible el contratar los servicios de plañideras profesionales. Éstas, como en la antigua Roma, caminaban al final del cortejo mortuorio, se golpeaban los pechos y a grito pelado destacaban las bondades del difunto, a quien mencionaban por su nombre y apellido.
Al indagar sobre esta materia nos hallamos con una obra de singular valía. Nos referimos a las Reflexiones sobre la legislación de España en cuanto al uso de las sepulturas, que presentó a la Academia de la Historia el año...