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1. INTRODUCCIÓN
La constante evolución en la obra de Frank Lloyd Wright es un eje a lo largo del cual investigará en búsqueda de una integración de la forma, el espacio, la estructura y el lugar, con proyectos materializados o no, a través de la propia naturaleza de los materiales. Su capacidad de síntesis y extrapolación del conocimiento adquirido mediante el estudio y la experiencia, unidos a un marcado carácter, redundan en un halo que, a priori, puede parecer arrogante, pero cuya profundización revela la magnitud de sus aportaciones a la historia de la arquitectura.
Tal espíritu arrollador puede leerse en las propias palabras que Wright dedicó a Henry-Russell Hitchcock tras la crítica que éste realizó en 1929 sobre dos de sus obras de la segunda década de 1900 (el Hotel Imperial de Tokio, de 1916, y la Casa Barnsdall, de 1917):
«Advierto a Henry-Russell Hitchcock esta vez para siempre que, habiendo comenzado bajo buenos auspicios, pienso ser no sólo el más grande arquitecto que haya vivido hasta ahora sino también el más grande que vivirá jamás. Sí, quiero ser el arquitecto más grande de todos los tiempos. Dicho esto, pongo el cuadrado rojo y firmo con mi nombre esta advertencia»(1).
Desde su más temprana juventud, y aún como arquitecto bajo la firma de Adler y Sullivan, Frank Lloyd Wright demostró su maestría desmarcándose notoriamente de lo común. Muestra de ello es la Casa Alison W. Harlan (1892), una de las conocidas como casas de contrabando que realizaba los fines de semana al margen del estudio de Sullivan (2).
En esta vivienda ya se aprecian algunos de los principios que acompañarán a Wright durante toda su obra. La simetria académica utilizada en la fachada principal se rompe con la disposición lateral del acceso, uno de los mejores ejemplos iniciales de la materialización del espacio wrightiano. En la planta se identifica con claridad el orden estructural que pauta la disposición de las ventanas en la fachada y que permite abrir uno de los huecos del extremo para transformarlo en el acceso, articulando las fachadas frontal y lateral, y generando un recorrido cubierto que invita a entrar en la casa. Al comenzar dicho camino se intuye la existencia de otro espacio exterior cubierto (esta...