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Los pasajes del sermón pronunciado por el fraile dominico Antón de Montesinos en el adviento de 21 de diciembre de 1511 en la Isla La Española, conocidos como El Sermón de Montesinos, han sido tomados de la principal fuente que hasta ahora tenemos acerca de ese señero sermón, esto es, la Historia de Indias, de Fray Bartolomé de las Casas, libro III, Capítulo IV.
Las seis cartas que siguieron al episodio protagonizado por fray Montesinos y la comunidad dominica fueron consecuencia de la tenacidad con que la comunidad dominica de La Española persiguió el cumplimiento de sus deberes evangélicos y de las cuentas que debieron rendir por el sermón a la jerarquía religiosa y civil. Proceden de Juan Manuel Pérez, Estos, ¿no son hombres?, Fundación García-Arévalo, Santo Domingo, 1988, pp. 117-168; fueron transcritas originalmente y, en un caso, también traducida, por el predicador dominico Miguel Ángel Medina, publicadas en Una Comunidad al Servicio del Indio. La Obra de Fray Pedro de Córdoba, O.P. (1482-1521), Inst. Pont. Teológico, Madrid, 1983, pp. 248 ss.
Guaraguao. Revista de cultura latinoamericana deja constancia de su agradecimiento a la Embajada de República Dominica en Francia, especialmente a su consejera cultural, doña Laura Santana, por la amable y eficaz colaboración prestada en la búsqueda y obtención de las cartas.
El Sermón de Montesinos
Llegado el domingo y la hora de predicar, subió en el pulpito el susodicho padre fray Antón Montesino, y tomó por tema y fundamento de su sermón, que ya llevaba escrito y firmado de los demás: Ego vox clamantis in deserto. Hecha su introducción y dicho algo de lo que tocaba a la materia del tiempo del Adviento, comenzó a encarecer la esterilidad del desierto de las conciencias de los españoles desta isla y la ceguedad en que vivían; con cuánto peligro andaban de su condenación, no advirtiendo los pecados gravísimos en que con tanta insensibilidad estaban continuamente zabullidos y en ellos morían. Luego torna sobre su tema, diciendo así: ?Para os los dar a conocer me he sobido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla, y por tanto, conviene que con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la...