RESUMEN: Este trabajo pretende describir gráficamente la consolidación de un mito social en el convulso Mediterráneo del siglo xvi, a través de un personaje: el muladí Hassan Aga (Azan Aga), el renegado sardo, sucesor de Jeiredín Barbarroja al frente de Argel, entre 1533 y su muerte diez años después. Es un periodo de intensa actividad, con la expedición a Argel de Carlos V en 1541 como punto culminante, cuya derrota espectacular puede considerarse el núcleo principal del mito de ese personaje popular que es el esclavo sardo que llega a vencer al emperador. Un mito de ascenso social con perfiles maquiavélicos de príncipe nuevo fronterizo.
Palabras clave: Hassan Aga; Barbarroja; Argel; Carlos V; muladí; renegado; corso mediterráneo; enfrentamiento Habsburgo-otomano.
ABSTRACT: This work tries to describe graphically the consolidation of a social myth in the unsettled Mediterranean of the 16th century, through a personage: the Spanish convert to Islam Hassan Aga (Azan Aga), the Sardinian renegade who succeeded Hayreddin Barbarrosa at the helms of Algiers from 1533 till his death ten years later. This was a period of intense activity, with the the climax that came with the expedition of Charles to Algiers in 1541, whose spectacular defeat can be considered as the principal nucleus of the myth of this popular personage who as a Sardinian slave came to defeat the Emperor. A myth of social ascension with maquiavelical profiles of a new prince of the frontiers.
Key words: Hassan Aga; Barbarossa; Algiers; Carlos V; Converse to Islam; Renegade; Mediterranean Piracy; archivodelafrontera.com; Clash between Ottomans and Habsburgs.
«Cuando Barb arroja en el año 1533 se partió para Túnez, siendo llamado de los moros de aquel Reino, escogió entre todos al Hassan Aga para que quedase en su nombre gobernando a Argel y su Reino, lo cual él hizo con mucha cordura, y quietó la ciudad, sabida la nueva de la rota de Barb arroja en Túnez y su huida, que estaba toda alterada y la gente para dejarla. Cuando últimamente, año de 1535, Barb arroja se fue para Turquía, le dejó de la misma manera en su lugar y que gobernase todo el Reino. Sucedieron entonces las cosas de tal manera que, en seis años continuos, no tuvo el Hassan Aga más que gobernar a Argel y sus tierras y vasallos en toda paz y justicia. Y hoy día, dan testimonio muchos que le conocieron, que ningún Rey de Argel hasta hoy fue más recto ni justo»1.
Hassan Aga constituye un modelo de corsario muladí, de musulmán nuevo -turco de profesión o renegado- y de mito popular de la frontera mediterránea. Y lo hace como natural continuador de un nuevo régimen político para un territorio, inaugurado por los hermanos Barb arroja al servicio del Gran Turco. Su figura alcanza, precisamente, las cotas del mito al vencer al Emperador en su expedición contra Argel en 15412.
Hassan Aga (1487-1543), esclavo sardo de Jairedín Barbarroja, renegado y castrado, de extracción humilde y gobernador de un territorio, es en nuestro Mediterráneo la contrafigura de los Doria o de los caballeros de Malta, notables marinos emparentados incluso con los antiguos emperadores bizantinos, los unos, y miembros de la nobleza europea de mayor pedigrí, los otros3.
El tercer Rey o gobernador de Argel -Hassan Aga- había sido, efectivamente,
tomado cautivo por Barbarroja siendo mozo en la isla de Cerdeña, saqueando un casal, y como era de muy buen talle y hermoso le hizo luego capón, que en turquesco se llama Aga y le crió siempre en su casa como si fuera un hijo propio. El Eíassan, como era de gentil espíritu, probó tan bien en todas las cosas que su amo le encomendaba que, a la postre, estando este en Argel en su mayor prosperidad, le hizo su Chaya, esto es mayordomo de su casa, y él era el señor de cuanto el Barbarroja tenía. Después le hizo Belerbey, esto es capitán general de la guerra. En algunas salidas que hizo con las mahalas por el Reino a coger, con mano armada como es costumbre de los Alarbes, los tributos, se mostró hombre de hecho y animoso y de muy gentil juicio y gobierno4.
Como mayordomo de su casa, quedó a su frente en la partida de Barabarroja a Túnez en 1533, así como gobernador de la ciudad, y de tal modo permaneció cuando Jairedín se instaló en Estambul a partir de 1535.
Del mismo modo que la institución de la devshirme jugó un papel fundamental e indiscutible en la organización imperial otomana, entre otros aspectos en el control militar de territorios fronterizos y periféricos, los corsarios muladíes -a menudo patrones o capitanes de barco, caudillos o arráeces- alcanzan una extraordinaria personalidad propia, la taifa de los corsarios, frente a la organización militar de los jenízaros, tan ligados precisamente a ese tributo de los jóvenes.
1. BARBARROJA Y HASSAN AGA, ACCIONES DE GUERRA Y PAZ EN UN MEDITERRÁNEO REVUELTO
Aceptado y jurado Barbarroja como Rey de Túnez, en perjuicio de Muley Asán que ofrecía sus servicios al Emperador, rápidamente se sumaron al mismo las ciudades de Bujía, Bizerta, Mahometa, Sousa, Monasterio, Caliba, los Alfaques y los Gelbes, dándole su obediencia. A continuación, Jairedín, fortificó con bastiones y terraplenes fuertes La Goleta, dejando una importante guarnición de turcos abastecidos de artillería, municiones y vituallas.
Aquel invierno de 15335, todo el año de 15346 y buena parte del de 1535, Barb arroja hizo que sus galeotas y las de otros corsarios amigos saliesen a robar por todas las costas, marinas, reinos y Estados de Italia, causando enormes daños y estragos sin apenas resistencia alguna.
El embajador Lope de Soria, en correspondencia cifrada a Carlos V en los primeros meses de 1533, informa que
los de esta República tienen letras del Zante diciendo que nuevamente era arribado Peri Arráiz a juntarse con el armada marítima del Turco con 10 galeras y 4 fustas, de manera que son ahora 62 galeras y 15 fustas. Y esperaban otras 18 fustas de ciertos corsarios. Y que todos piensan invernar en aquellas partes cerca de Corón. Y también escriben de Constantinopla que el Turco hacía armar otras 20 galeras y que para la primavera tendrán gruesa armada por mar. Y de aquí seguirá que los turcos se harán marineros, lo que hasta ahora no lo eran y carecían de gente de mar7.
En otra carta del embajador al Emperador, fechada en mayo del mismo año, el primero recoge que
también avisan a los de esta República que era arribado al Turco un correo que Habraim Bajá le despachó a 27 de abril, y decía que era arribado a él el embajador del Rey de Francia y lo había despachado conforme a lo que el dicho Rey pedía. Por tanto, piensan los de esta República que sea plática para que la armada del Turco dé trabajos a las cosas de Vuestra Majestad para que pueda venir el dicho Rey en Italia y así se debe creer. Me han rogado que no se sepa por lo que respecta al Rey de Francia y al Turco y me han certiñcado que no le han dicho esto al Legado ni a otro embajador que a mí. Tienen por cierto que saldrá la dicha armada y que Barbarroja hará todos los daños que podrá, porque lo tienen por hombre de mala natura y lo harán capitán general8.
Por carta del Virrey de Sicilia, de 26 de noviembre de 1534, se entiende lo siguiente:
que tiene cartas del Maestre de Rodas y por ellas le avisa de su llegada en la isla de Malta; y que en las mares cerca de Tripol se hallan y van discurriendo algunas galeras y fustas de la armada turquesca y que cree que las haya enviado Barbarroja a efecto de desviar que no entren vituallas y otras provisiones necesarias en la fortaleza de Tripol... Ultra de esto, escribe el Virrey, que en aquellas mares andan a la continua muchas galeotas y fustas de turcos; y que como saben que no hay allí galeras, andan sin recelo y han hecho y hacen muchos daños y tomado algunos navíos cargados de trigo, los cuales envían a Túnez9.
Escasamente un mes antes, el embajador en Venecia informa al Emperador que
andaban embajadores franceses con el Turco, de que todo el mundo está maravillado. Y todavía se dice que irá Barbarroja a Túnez por hacer rey a un hermano del que ahora lo es. Y hecho aquello, atenderá a tomar las tierras que tiene Vuestra Majestad en África o alguna en Sicilia o Cerdeña o Mallorca o Menorca para, desde allí, dar trabajos en todas partes y en aquellas marinas10.
En los primeros meses de 1535,
dice Juan de San Fiore que el dicho Barbarroja tiene pacífica a Túnez y a todas las tierras de marina del Reino. Demandado qué gente tiene entre jenízaros y turcos y renegados en Túnez, dice que tendrá hasta 200 en el castillo y 150 en guarda de La Goleta; y que tendrá hasta 5.000 turcos, jenízaros y renegados 30 millas de Túnez, hacia la montaña, en dos partes, escaramuzando cada día con los árabes que tiene el rey. Interrogado qué galeras, galeotas y fustas hay en Túnez, dice que hay 36 galeras, 30 dentro en el canal y 6 fuera armadas. Refiere más, que el Judío está en Túnez y que Barbarroja lo ha hecho Capitán General de la armada y que anda siempre sobre las 6 galeras que están fuera, a la guardia, y que no se quitan jamás de La Goleta... Refiere que se platicaba que se esperaban 60 galeras de socorro de Constantinopla con 2 galeones. Refiere que los turcos quieren bien a franceses y los llaman hermanos y que han venido de Francia a Túnez 3 bajeles, 2 naves y f galeón, cargados de vituallas y paños y algunas municiones11.
En este tiempo, el Emperador se hallaba en Barcelona y, habida cuenta de la situación y gran riesgo en que sus Estados estaban, determinó expulsar a Barbarroja de Túnez. Para ello, juntó una poderosa armada de todas partes de España e Italia que consiguió hacer huir a Barbarroja, con catorce bajeles, hacia Bona restituyendo Túnez a Muley Asán.
Llegado Barbarroja a Bona, en contra de la opinión de otros corsarios que le aconsejaban marchar hacia Constantinopla, preparó, alistó sus navíos y zarpó en cinco días con dirección a Menorca. Allí, desembarcó la artillería y fácilmente saqueó, robó, quemó y destruyó la ciudad, cautivando más de seis mil personas que trasladó a Argel.
Su llegada a esta ciudad fue muy festejada por toda la población y, especialmente, por Hassan Aga, al tiempo que se sabía cómo el Emperador había embarcado para Sicilia y licenciado a su armada12. Esta situación animó a Barbarroja a partir, a mediados de octubre, hacia Constantinopla, dejando en su mismo lugar a Hassan Aga por gobernador de Argel y su Reino. Barbarroja, llevando consigo doce galeotas gruesas cargadas de cristianos para dar, riquezas y dineros, se presentó ante el Gran Turco y sus bajaes para negociar una armada y gente con que retomar Túnez. El gran turco Suleyman, aprovechando tal circunstancia y las delaciones constatadas en favor de los cristianos de Habraim bajá, «el mayor privado y supremo bajá»13, le nombró General de su Armada.
Barbarroja ocupó, con gran agilidad y destreza, todo el año de 1536 en meter en orden la armada turca reparando, adobando y rehaciendo los navíos viejos y construyendo galeras nuevas14.
Después mandó mostrarme esta Señoría algunas letras de su Proveditor, que es en Corfo, con avisos de diversas personas que todo conforma con lo dicho, que el Turco hace grandísimos aparejos de armada por mar y por tierra, y que eran partidas de Alejandría 16 naves, entre pequeñas y grandes, acompañadas de 4 galeras que venían a Constantinopla cargadas de muchas municiones para el armada, máxime de cuerdas, velas y mucho bizcocho y legumbres. Y que en las dichas naves venían todos los marineros y laborantes de galeras que se hallaron en aquellas partes, hasta los que labraban en las galeras para contra las Indias. De manera que debe ser cierto el aderezar gruesa armada pues tantos lo escriben. Y que en la Velona se hacen palenterias para embarcar caballos y que, en conclusión, eran grandes demostraciones y aparejos de guerra contra cristianos y que algunos decían contra la Pulla15.
La primera vez que Barbarroja salió a la mar como General de la Armada fue el año siguiente, a la empresa de Brindisi, con el objetivo puesto en el Reino de Nápoles. Entre tanto, Suleyman en persona, con doscientos mil hombres, se encaminaba a la Velona16. Las actuaciones de Andrea Doria y del Virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, frustraron la expedición y forzaron la decisión de regresar a Constantinopla al Turco, por tierra, y a Barbarroja, por mar17.
La segunda salida de Barbarroja fue en 1538, con una armada muy superior en gentes y navíos a la anterior, contra tierras de venecianos18. En la Previca aguardaba la poderosa armada de Venecia, el Papa Paulo III y el Emperador, bajo el mando del Príncipe Doria, que finalmente rehusó la batalla proporcionando gran crédito a Barbarroja entre los turcos. En el año de 1539, salió por tercera vez tomando Castilnovo, en Dalmacia, y Cataro, Malvasia y Nápoles de Romania, forzando la paz entre turcos y venecianos. «No hay otra particularidad más de avisar de lo que ha pasado después que escribió últimamente. Y es, en sustancia, lo mismo cuanto a la voluntad de Venecianos de concertarse con el Turco y que franceses hacen mal oficio», sentencia Diego Hurtado de Mendoza en carta a Carlos V19.
Por letras de Budua, de 26 de julio de 1539, de persona fidedigna se entiende lo siguiente:
Dice que a los 12 de julio llegó a la boca de Cataro el Judío con 28 velas, que a los 16 entró toda la armada, que consiste en 145 galeras, que de ellas solas 40 están bien en orden y el resto a cumplimiento de 220 velas dice que son fustas y bergantines pequeños. Dice más, que a los 19, descargó 42 piezas de artillería grandes que las ha traído aposta de Constantinopla para batir dicho Castilnovo, y desembarcó 1.000 jenízaros y 4.000 turcos y que del país son venidos 3 sanjacos con 20.000 turcos y morlacos. Dice que a los 24, comenzaron a dar batería a Castilnovo de día y de noche, y que hasta los 26 no habían hecho mal ninguno, y que todavía batían. Refiere además que Barb arroja es general y con él vienen 7 capitanes llamados: Morat Aga, Aga Zifar, Sinan Aga, Sala Rais, Tabac Rais, Cirgut Rais y Catialí Rais. Y que ha entendido de la boca de Barb arroja cómo el Turco le ha dado orden que, en todas maneras, no se parta de Castilnovo hasta tomarle aunque sepa perder la vida y toda la armada. Refiere que Barbarroja espera cada día 50.000 turcos y que había enviado a Constantinopla tres correos para que le venga más gente y que si, por caso, tomase a Castilnovo, que vendrá en la Pulla20.
En la relación del suceso de la empresa de África, fechada en Nápoles a 17 de noviembre de 1540, se recoge:
Monasterio tomamos a 5 de octubre, que fue el primer día que allí llegamos. Y luego se huyeron los de Sousa, donde enviamos una compañía de infantería que la tomó. Y lo uno y lo otro se hubo sin daño de nuestra gente. La Mahometa se rindió al tiempo que el Virrey de Sicilia llegaba sobre ella con parte de las galeras de Su Majestad. Los vecinos de África se rindieron y entregaron la fortaleza, y recibieron en ella y en la tierra gente del rey de Túnez para guardia y gobierno de ella. La ciudad de Exfaques y la gente de la isla de los Quérquenes se rindieron cuando vieron que nuestro ejército estaba sobre ello. Y tardaron en rendirse porque no creían que en ninguna manera podían ser tomados por fuerza hasta que vieron que se podía hacer y se compusieron en 25.000 doblas. Viendo el jeque de los Guerbes que la ciudad de Exfaques se rindió, dice querer venir a la obediencia del Rey de Túnez, y así esperamos que lo hará presto. En Monasterio dejamos 2.200 infantes del tercio de Sicilia, cuyo Maestro de Campo es don Álvaro de Sande, los cuales quedan por emplearlos en lo que se ofreciere. Y acabada la sobredicha empresa, nos partimos de Monasterio a los 7 de noviembre. A los 9, llegamos a Trapana. A los 10, a Palermo donde quedó el Virrey de Sicilia. Y en Mesina habemos descargado gran cantidad de municiones que nos han sobrado. Las naves se han despedido y las galeras invernarán donde suelen21.
Habría que esperar hasta 1543 para asistir a la cuarta salida de Barbarroja, con cien galeras rumbo a Francia, saqueando y tomando muchos lugares de la Calabria y Gaeta, en el Reino de Nápoles22. Aquí tomó por esposa a la hija, de dieciocho años, del castellano y capitán de la tierra, Diego Gañán. Continuó su camino y puso cerco a Niza, que se rindió, salvo su castillo, junto a las menores ciudades de Villafranca e Hica. En este tiempo, el Marqués del Gasto, gobernador de Milán, bajaba al socorro de la plaza y, habida cuenta de ello, Barbarroja resolvió retirarse y hacer la vela con su armada hacia Tolón. Estando en este enclave portuario francés, al final del verano, decidió enviar a un corsario llamado Salah Arráez, con veintidós galeras muy bien armadas, a dañar las costas españolas antes de regresar a invernar a Argel. Salah Arráez, de este modo, saqueó y destruyó Palamós y Rosas, una vez más.
2. ESE MISMO PERIODO A TRAVÉS DE LAS FUENTES LOCALES HISPANAS
Efectivamente, también bajo la perspectiva de las crónicas españolas locales, desde Argel «las correrías de ambos, incesantes durante todo el año de 1534, fueron tan audaces como felices, principalmente para el primero, y acabaron de esparcir el terror de su fama por las naciones meridionales de Europa»23. En este sentido, se producen incursiones destacadas en las costas españolas: catalanas, andaluzas y, principalmente, levantinas e insulares en las que diversos arráeces -capitanes- de Argel juegan un papel decisivo, según recogen en sus obras los cronistas Gaspar Escolano, Lorenzo López, Vicente Bendicho, Martín de Viciana o Rafael Viravens Pastor, entre otros, para las acciones en Valencia y Alicante24.
En 1533, en distintas incursiones, los corsarios desembarcan en Cubera, asaltan Oliva y Oropesa, y entran en el puerto de Alicante25. Al año siguiente, Barbarroja toma Túnez y hay escaramuzas en Villajoyosa y la baronía de Parcent, de donde toman numerosos cautivos incluido a don Pedro Andrés de Roda, señor de la Baronía, a su familia y a sus criados26. Tras la conquista de Túnez por Carlos V, en 1535, Barbarroja ataca y saquea Mahón. En el mes de junio de 1536, Barbarroja al mando de dos galeras, dos galeotas, dos fragatas y algunas fustas, asalta y saquea Oropesa de nuevo pese a los esfuerzos de don Juan Cervellón y don Diego Ladrón, gobernador de Castellón, por defenderla. En julio del mismo año, el arráez argelino Zalé se acostó al paraje de Villajoyosa con cuatro galeras turquescas y treinta galeotas y fragatas, atacando la ciudad y llevando cautivos. En agosto, la armada de Argel ataca Ibiza y, en septiembre, Barcelona, Peñíscola y registran un gran números de correrías en plazas de la mar de Valencia27.
En 1537, los corsarios atacan Oropesa y Villarreal por cuyos cautivos y presos obtienen pingües rescates. En 1538, mandadas por el corsario de Argel Salah Arráez, que después fue rey, llegaron a Villajoyosa un buen número de naves gruesas; les salieron a combatir el duque de Calabria, el bayle don Luis Carroz y el maestre Mosén Escrivá.
A XXIX días de julio, Salah Arráez con XXVII galeras y galeotas asaltó de improviso esta tierra; y se defendieron tan bien de él que con harta pérdida de los suyos se hubo de levantar y apartar del cerco. En esta jornada, las mujeres sirvieron mucho a sus maridos y defensores con darles de comer, beber y subir cantos al muro, que más varones que mujeres se mostraron. Y porque aquel día, fiesta de santa Marta, por la memoria de la victoria le dedicaron una capilla sobre el muro, en la cual cada año hacen ñesta28.
Los de Villajoyosa, dice Martín de Viciana, por estar siempre los corsarios pegados a su costa, gastan en fortificación
más de trece mil ducados y los han mucho menester porque corren mucho peligro, así de la tierra como de la mar; que en la tierra dentro cinco leguas de su contorno, todos los pueblos que hay son de moriscos, y por la mar los corsarios juntan tanto con la tierra sus navíos que de ellos mismos pueden asentar la batería29.
En 1540, los corsarios de Argel desembarcan en la playa de San Juan. Leamos la singularidad del texto de otro cronista local:
En 1540, azotados los campos de esta ciudad por una plaga de langosta, fueron visitadas las playas del término por algunos moros que, envalentonados por la protección que dispensaba a sus pitaras Efassan Aga, eunuco renegado que desempeñaba en Argel el cargo de Regente, desembarcaron en estas costas con objeto de cautivar a los cristianos [...] Sabiendo los piratas que el 17 de marzo de cada año los lugares comarcanos a Alicante quedaban solos, porque los vecinos acostumbraban a visitar el santuario de santa Verónica, para celebrar allí el aniversario del primer portento de la Santísima Faz, en el expresado día del año citado llevaron a efecto un desembarco en la vecina playa de san Juan, dirigiéndose silenciosamente hacia la referida iglesia, con el siniestro fin de penetrar en ella y aprisionar a los cristianos. [...] La morisma encontró abiertas las puertas del templo y como fuera muy crecido el número de personas que estaban allí reunidas, los moros temieron aprestándose a reembarcarse sin causar daño alguno. A partir de este hecho comenzaron a construirse torres de defensa30.
Durante los meses de febrero y marzo de este mismo año de 1540, el capitán Juan de Vergara trata en Constantinopla de confederar los intereses de Barbarroja con los de Su Majestad31:
Dentro de tres o cuatro días responderé a V. Mt. -a su carta del 11 del pasado (abril)- y por no detener este correo que viene de Sicilia con los despachos de importancia que V. Mt. mandará ver por el discurso de que le da cuenta el Virrey don Efernando de Gonzaga de lo que pasó el capitán Vergara con Barbarroja, no me alargaré en esta más de acordar y suplicar a V. Mt. que, teniendo consideración a dicho discurso, pues parece cosa de mano de Dios, que al presente V. Mt. podría mandar evitar la costa de las naves y de la infantería italiana, así por las imposibilidades de dinero que V. Mt. tiene como porque las vituallas hasta la nueva recolta, ni en este Reino ni en el de Sicilia, no se puede hacer nada. Y en lo que Barbarroja dice de Lepanto, también me parece que por ahora no se debe diferir porque no se ofrezcan nuevos gastos. Y que desde ahora, así V. Mt. como todos sus ministros, pensemos en preparar lo necesario para una pujante armada para el año que viene. Y presto se verán las señales de lo que Barbarroja dice en haber mandado a las fustas que disimulen con las costas y navíos de España y la plática e inteligencia por la vía de Argel. Dejado esto aparte, en este medio tiempo V. Mt. tendrá más tiempo de asentar las cosas de Flandes y de Alemania en lo de la fe y también podrá mejor resolver y con más reputación las pláticas que hay entre V. Mt. y el Cristianísimo32.
En los dos años posteriores a la fracasada expedición del Emperador contra Argel, los años que le quedaban de vida y gloria a Hassan Aga, sus corsarios continuaron con las incursiones en las costas españolas, desde Rosas, Palamós, Callosa d'Ensarriá, Vinaroz, Altea, Guardamar, Orihuela, Villajoyosa y todo el sur del reino de Valencia para después siempre invernar en Argel.
3. HASSAN AGA VENCE AL EMPERADOR EN SU EXPEDICIÓN CONTRA ARGEL EN 1541. LA CONSTRUCCIÓN DEL MITO Y ÚLTIMOS AÑOS DE GOBIERNO
El Emperador decidió la expedición de Argel en Ratisbona, donde se encontraba para intentar resolver el agudo problema que presentaban los protestantes alemanes. Así lo comunicaba al Cardenal Arzobispo de Toledo, gobernador durante su ausencia de los reinos y señoríos de Castilla, en carta de 31 de mayo de 154 1 33, a la cual se acompañaban minuciosos memoriales especificando la gente, provisiones, dinero y otras necesidades con que España, como Sicilia, Nápoles, Génova y Cerdeña habían de contribuir.
Según el mismo documento, Carlos V pensaba concluir las deliberaciones de la Dieta en junio y pasar a Italia a continuación, no derramando más de un mes; detenerse unos días en Milán, continuar a Génova y de allí embarcar para Nápoles, desde donde una vez abastecidas las defensas del reino y so color de preparar la ayuda que eventualmente pudiera reclamarse desde la guarnición de La Goleta34, continuaría viaje a España con la finalidad de reunir Cortes a principios del invierno. Como el traslado debía efectuarse por las costas africanas, eludiendo así la proximidad de las francesas, en el camino realizaría la empresa de Argel. Pensaba que el mes de septiembre sería el momento más adecuado para ella y que en el mes de noviembre quedaría ya descuidado de este asunto y podría atender a los problemas de España y a su propio descanso.
Según las prevenciones y relaciones dictadas, la expedición la formarían 18.000 infantes (7.000 españoles de los tercios de Nápoles, Sicilia y Umbría; 6.000 alemanes y 5.000 italianos), 1.500 jinetes (500 jinetes de Nápoles, 500 de las guardias ordinarias de España y 500 de la gente de la casa y corte del Emperador), 1.500 gastadores, 150 artilleros y gente de artillería para servir tres baterías y otras piezas de campo e igual número de hombres conductores de 300 caballos para la misma; en total 21.300 soldados35. Los víveres los suministrarían Sicilia, España, Nápoles, Cerdeña y Génova por valor de 35.000, 37.000, 35.000,10.000 y 10.000 escudos, respectivamente36.
A pesar de los intentos de mantener en el mayor secreto posible la empresa de Argel, a poco de comenzar los preparativos para la expedición, era generalmente conocido su verdadero objeto. El marqués de Mondé jar, en carta al Comendador Mayor de León y Contable Mayor de Castilla, decía irónicamente: «no faltan adivinos que acá y allá han dicho que esta armada es para Argel»37. El propio Emperador, incluso, terminaba reconociendo el fracaso de la reserva del proyecto al escribir al Cardenal: «.. .está bien público por todas partes y la causa ha sido el poco secreto que en Génova se ha tenido»38.
Las sesiones de la Dieta de Ratisbona concluyeron, finalmente, el 28 de julio pero sus acuerdos exigieron una conferencia con Paulo III, disgustado por las concesiones hechas a los protestantes. A continuación, el Emperador inició su recorrido a través de Múnich, Trento, Mantua, Cremona, Lodi (22 de agosto), Alejandría, Génova (3 de septiembre), Luca y Specia. En Luca se había encontrado con el Pontífice y renunciado a sus propósitos de visitar Nápoles y Sicilia. El día 27 de septiembre embarcaba en Specia con destino a Córcega, Cerdeña, Menorca y Mallorca, donde arribaría el 13 de octubre. El día 18 zarparía a la isla Cabrera y, de ahí, frente a la plaza africana.
Después de no pocos problemas, cuanto había ordenado el Emperador en sus memoriales y 1.274 caballos fueron embarcados en Málaga en dos expediciones -de 4 y 15 de septiembre-, en cuarenta y tres «urcas y naos» y cuarenta y ocho «carabelas y barcos», un total de 16.960 toneladas, con destino a Cartagena donde habían de encontrarse con la armada española39.
En Cartagena fueron precisos bastantes días para ultimar todos los preparativos: se hizo necesaria una requisa en las embarcaciones para expulsar a numerosos aventureros que se habían incorporado clandestinamente a la expedición y embarcar a los gastadores reclutados en el reino de Murcia; hubo graves inconvenientes para cargar las 17.000 fanegas de cebada y las 20.000 de trigo adquiridas en La Mancha así como los 4.000 quintales de bizcocho elaborados en este puerto y en Lorca. El duque de Alba se quejaba a Málaga de que no se pudiese hacer esa carga en las naves ya repletas y pedía el urgente envío de otras40.
Finalmente, la armada española se dio a la vela el 30 de septiembre, arribando a las islas de Ibiza y Formentera, por la calma de la mar, el día 3 de octubre. Allí, el día 6, se incorporaron las galeras de Bernardino de Mendoza. Paradójicamente, los días siguientes soplaron fuertes levantes, persistió e incluso arreció el temporal, impidiendo su salida hacia Mallorca. El duque de Alba escribe al Emperador, desde Formentera el día 7 de octubre, del siguiente modo:
Después acá que llegamos a esta isla han corrido y corren levantes que en ninguna manera se puede salir para hacer nuestro viaje a Mallorca, y he dejado de dar aviso a Vuestra Majestad de la llegada aquí creyendo que volvería el tiempo y que podríamos ir en breve estas XVIII leguas que nos quedan de aquí a Mallorca; y de allí dar aviso a Vuestra Majestad de la llegada de esta armada y de los que más se supiere de su imperial persona; se ha metido el tiempo de tal manera que yo no le tomo tiento de cuándo podremos salir de aquí; me ha parecido dar aviso a Vuestra Majestad de ello para que sepa el suceso de nuestro viaje41.
El Cardenal Gobernador42, el Pontífice y el Príncipe Doria43, entre otros hombres de cuenta, expresaron al Emperador sus temores respecto al éxito de la expedición. El marqués del Vasto y el de Mondéjar44 fueron aún más explícitos y firmes en sus exposiciones contrarias a la empresa, principalmente por su inoportunidad. El marqués del Vasto manifestaba el peligro que suponía comprometer tan considerable esfuerzo militar mientras los turcos pisaban Hungría, los franceses acechaban ante cualquier descuido e, incluso, Venecia mostraba una actitud preocupante:
Por tanto, considerando sobre lo que al presente parecería conveniente de hacerse por V. Mat., viendo el mal suceso de las cosas de Eíungría, parece que aquella no debe perseverar con el ánimo a la empresa de Argel, sino convertir parte de las fuerzas preparadas para ella a estorbar que el Turco no haga mayor progreso contra la Cristiandad y que los franceses, viendo esta ocasión, no hagan novedades; y el dinero preparado para la dicha empresa gastarle parte para pagar la gente que hubiere de ir contra el Turco y parte la que hubiere de acrecentarse en Lombardía, como en cosas más necesarias que la que al presente se tienta, en la cual se han de considerar dos peligros principales que podrían suceder: el uno, el común de todas las guerras, que es el incierto éxito de ellas y las dificultades que se pueden interponer que no se pueda expugnar el lugar. El otro, el caso de la tempestad marítima y más siendo aquel mar sin puertos y el tiempo tan adelante como es y de esto se han visto ya muchos ejemplos que no menos se ha de guardar del que de los enemigos de tierra; y en cualquiera de estos dos peligros que se incurriese sucederá tanto daño y desreputación a las empresas que fueren necesarias tentarse al año venidero, que podría seguir de ello a V. Mat. descontentamiento eterno y a la Cristiandad daño irreparable; verdad sea que el feliz suceso traería consigo servicio y reputación, pero comparando la utilidad que de él podría suceder y el daño increíble que traería siendo la fortuna contraria, no me parece que haya quien juzgue ser bien exponerse a tan grande peligro con experiencia de cosa de tan poco momento45.
En cualquier caso, el Emperador dictaba en Génova, a 9 de septiembre, una Instrucción en la que declaraba que la empresa de Argel se haría con ocasión de su paso a España, aumentando la armada preparada para ello con la gente y elementos precisos para conseguir un buen fin. Nombraba al Príncipe Doria, Capitán General de las naves; al Virrey de Sicilia, Fernando de Gonzaga, jefe de la vanguardia y al Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, jefe del grueso o batalla, reservando para cuando se hiciese el desembarco la designación de la persona que había de tener a su cargo la retaguardia y la caballería46.
El Emperador calculaba que la empresa podría durar cuarenta o cincuenta días a partir del desembarco de su ejército, que llevaba provisiones para más de tres meses. En el mismo documento preveía que, en caso de su fallecimiento durante la navegación o ya en Argel, «después de haber desembarcado y puesto la gente, artillería, municiones y vituallas en tierra y dado principio al sitio y cosas necesarias para la expugnación de aquella plaza» continuase la empresa de común acuerdo por el príncipe Doria, el Virrey de Sicilia y el Duque de Alba, al servicio del Príncipe, su hijo. Por otro lado, en caso de que la muerte le sorprendiera antes de embarcar, pedía a las tres autoridades militares citadas que, dado que habían resuelto los preparativos y gastos de la empresa, la llevasen igualmente a cabo. No obstante, dadas las dificultades que este hecho acarrearía, si decidían desistir de ella, encomendaba que naves y gentes regresasen a sus puntos de origen, manteniéndose en armas para guardar y defender los Estados italianos los Tercios españoles y algunos contingentes de alemanes, licenciándose al resto de estos y a los italianos47.
4. HASSAN AGA Y LA DEFENSA DE LA CIUDAD
Frente a esta maquinaria bélica, en el lado de la defensa de la plaza y a la cabeza de Argel, Hassan Aga, es el punto de inflexión que le encumbrará como mito y referencia de nuestro Mediterráneo en la modernidad. Argel se levantaba en la pendiente de un cerro que mira al mar, junto a una amplia ensenada caprichosamente semicircular, limitada por el Cabo Matifuz, al este, y la Punta Pescada, al oeste. Sus casas se apiñaban formando gradería y dando lugar a calles estrechas y sinuosas con pronunciadas cuestas. En estas casas, orientadas hacia la bahía, de una sola planta y rematadas por azoteas, vivían con sus familias los cinco mil vecinos que entonces habitaban en la ciudad. Los hebreos vivían en un barrio independiente y los cautivos se hacinaban en cárceles o baños. La alcazaba -primitiva fortaleza de Argel- dominaba en lo alto del cerro la población, de la que estaba separada por una muralla maciza. La fortaleza, la bahía y varios cuarteles y fuertes de las murallas alojaban la guarnición de la ciudad, compuesta por turcos, argelinos, renegados y moriscos españoles, principalmente. Una muralla de ladrillo, cantería y tierra de unos cinco mil pasos de desarrollo, doce de ancho y treinta de altura -salvo en la Marina que se elevaba a cuarenta- con castilletes que la defendían y abierta por tres puertas y un descuidado foso de seis pies de ancho a veces cegado, circundaban la ciudad48.
La información que los españoles tenían de Argel procedía, principalmente, de las noticias proporcionadas por Bernardo de Ysela tras un cautiverio de casi cinco años49. Esta información, entre otros asuntos, cuantificaba el número de turcos y renegados que protegían Argel y su territorio en tres mil soldados entre escopeteros, ballesteros y jinetes. La artillería contaba con cincuenta piezas de bronce, de las cuales veinte eran cañones y culebrinas y el resto sacres, cuartos cañones y piezas pequeñas. La pólvora y municiones se almacenaban en abundancia en la Alcazaba aunque no podía decirse lo mismo del bizcocho y otras vituallas, así como del agua, que debían suministrarse desde la campiña. Ysela consideraba que la parte más débil y propicia para el asalto era la Marina.
El día 18 de octubre, las galeras del Emperador, al margen de las naves españolas fondeadas por el temporal en Ibiza y Formentera y precediendo a la Armada de los Estados italianos, zarparon hacia Argel. El día 20, los navíos divisaban sus costas. Entonces, un fuerte y constante temporal dispersó la escuadra. Tan solo en la madrugada del día 23, en la desembocadura del río Harach -a unas seis millas de la ciudad-, pudo saltar a tierra el Duque de Alba con los nobles y capitanes que le acompañaban, junto a los gastadores andaluces y levantinos y alguna gente de a pie con pocos caballos, contadas piezas ligeras y escasos víveres. La guarnición de la ciudad respondió sensatamente, permaneciendo en el interior del recinto amurallado activando los preparativos de defensa.
El Emperador, tan pronto desembarcaron sus primeros hombres, envió al capitán Lorenzo Manuel a Argel para hablar con Hassan Aga y exigir su rendición. La respuesta del rey de Argel fue contundenten, en una reconstrucción retórica extrema que recoge la historiograría hispana decimonónica:
Perro cristiano... tú eres un perro, entre los perros tus hermanos; y admiro tu presuntuoso valor de querer subyugar a esta Ciudad guerrera en el tiempo mismo en que vergonzosamente te has estrellado contra miserables bicocas. Si desgraciadamente para ti, nuestro Señor, el sublime Sultán, tuviese noticia de tu loca empresa, pronto serías su esclavo: un negro, un simple negro que él enviase para no rebajar el honor de sus armas bastaría para conducirte a sus pies. Dejo a un lado toda fanfarronería y me refiero al testimonio universal incontestable sobre punto de que nuestras armas están bajo la protección divina. Espera un solo instante y serás testigo de tu destino: en vano reunirás la integridad de tus fuerzas; serán insuficientes. Verá el infiel a quien le tocará su suerte, la recompensa de esta vida. Preciso es, te lo repito, que seas insensato o desprovisto de todo juicio para vanagloriarte y lisonjearte de un éxito que es preciso conseguir antes. Concluyo recordándote ahora que en dos distintas ocasiones vuestros esfuerzos han venido a quebrantarse contra nosotros: que por dos veces el Eterno os ha ennegrecido la faz y, que si tal le place, los sucesos que se preparan, no serán más que la fiel imagen de los que se han precedido50.
Ante esta respuesta de Hassan Aga, el Emperador decidió el avance inmediato de su ejército en tres cuerpos: la vanguardia, al mando de Fernando de Gonzaga, integrada por los Tercios españoles con los capitanes Álvaro de Sande, Alfonso Vivas, Luis Pérez de Vargas, Diego García de Paredes, Diego de Vargas, Luis y Pedro Manrique, Luis de Velasco, Hernando de Castro y Juan de Vega, entre otros; el grueso o batalla, a la s órdenes del Duque de Alba, integrada por los expedicionarios alemanes y, finalmente, la retaguardia, al mando de Camilo Colonna, con los italianos a cargo de Agustín Spínola, y cien caballeros y mil soldados de la Orden de Malta. En las jornadas de los días 24 y 25, el ejército recorrió cinco millas, situándose la vanguardia en la montaña que domina Argel, Kudia el Sabun. El manantial que surtía de agua a la plaza, la denominada Fuente de la Palmera en diversos textos, quedó en poder de la gente del Emperador.
A continuación, se ordenó el desembarco de la artillería gruesa, del material de asalto y los víveres pero ninguna de estas operaciones pudo llevarse a cabo por los efectos de la lluvia y el viento. El terreno quedó impracticable y se anegaron los campamentos, inutilizándose la pólvora y las mechas de los cañones y arcabuces. Hassan Aga resolvió actuar con rapidez ante esta nueva situación y, en las primeras horas de la madrugada, valiéndose de la niebla y el sigilo, capitaneó a los defensores de la plaza -a los que se unieron los moros del campo- a una escaramuza. Hicieron todo el daño que pudieron y regresaron a la ciudad, perseguidos por españoles e italianos. Rehechos los defensores tras los muros de la ciudad, dispararon contra los atacantes escopetas, arcabuces e, incluso, flechas envenenadas. En esta refriega murieron más de trescientos cristianos, quedando además doscientos heridos51.
Tras disiparse la niebla aquella mañana, desde tierra pudo observarse la magnitud de la catástrofe en el mar. El estrago producido esa noche fue grande: la pérdida de un buen número de galeras fuertes y naves gruesas, cuanto más de bajeles y navíos ligeros. El Emperador, en su carta al Cardenal de Toledo citada más arriba, escribe «que se perdieron catorce galeras de las forradas y de las demás naves dieron en tierra todos los bajeles pequeños y algunas de las gruesas, salvándose la mayor parte de la gente y, en los que se perdieron y fueron muertos, no había hombres de cuenta».
El Comendador Vañuelos escribe:
Remitiéndome al daño recibido, digo que se perdieron ciento veinte navíos y de ellos catorce fueron galeras -las once de ellas fueron del Príncipe Doria y una de España, y la Capitana de Nápoles y otra de Marcelo Doria-, y obra de veinte naos gruesas: todo lo demás fueron bajeles como son carabelas y tafurcas. Se ahogarían y matarían los moros cuatro mil personas y morirían mil quinientos caballos. Se perdió mucha vitualla, munición y artillería, de manera que el daño en todo ha sido notable52.
El Gobernador español en Orán informaba que
fueron ochenta y dos los navíos perdidos, incluido en tal número catorce galeras, de las cuales tres pudieron ser aprovechadas por los argelinos que ya las habían llevado al muelle; que habían sacado de ellas hasta cuarenta piezas de artillería, las cuales ya estaban emplazadas en las fortiñcaciones de la plaza y que en Argel solamente habían entrado cien cautivos, pues los demás fueron muertos por los moros del campo que también se llevaron algunos consigo, para cuyo rescate realizaba activas gestiones Eiassan Aga53.
Tal vez, con las siguientes palabras que el Príncipe Doria hizo llegar al Emperador, éste se decidiera por ordenar la retirada:
Mi querido Emperador e hijo: el amor que os tengo me obliga a avisaros que si no aprovecháis para retiraros los pocos momentos de calma que el cielo os concede, la armada y el ejército, expuestos al hambre, a la sed y al furor de los enemigos, perecen sin remedio; os aviso porque lo creo importantísimo. Sois mi Señor, mandad y con alegría perderé, obedeciéndoos, el resto de una vida consagrada a vuestro servicio y al de vuestros abuelos54.
El día 2 de noviembre se daban a la vela, de regreso, las últimas embarcaciones. Una nueva tempestad dispersó los restos de la flota, cuyos navíos se refugiaron en Orán, Bugía, Cerdeña, Italia y España. El Emperador arribó en Cartagena a finales de noviembre.
Volviendo el Emperador en el año 1541 de la empresa fatal que le sucedió en Argel, mandó volver las proas a esta ciudad -Tabarca- por hallarse fatigado y necesitar de algún descanso. El rumbo y derrota que llevaba su armada era Cartagena, más el Emperador quería descansar algunos días en esta ciudad. Lo impidió don Bernardino de Cárdenas, duque de Maqueda y marqués de Elche, con el motivo que representó de ser esta ciudad población corta y el puerto no seguro para el desembarco de su real persona. Descansó y se detuvo algo el Emperador en la isla de Santa Pola, hizo su salva Alicante al pasar por delante de ella la Galera Real. Envió desde luego la ciudad a la isla de Santa Pola un bergantín cargado de volatería de dulces, de vinos, de terneras y de otros regalos que pudo prevenir con el breve tiempo que tuvo. Lo recibió el Emperador con agrado y volviéndose a don Bernardino, le dijo: -mirad, duque, que estos servicios y regalos no salen de lugares chicos y de poca monta como me habéis dicho. Se sospechó que el duque embarazó el desembarco del Emperador en esta ciudad para excusar los excesivos gastos que tendría con esta ocasión porque teniendo tan cerca su marquesado de Elche habría, sin duda, después de hospedar en su casa al Emperador y Familia Real y esto le estaría a mucha costa55.
Diego de Haedo cierra de esta manera la contienda:
El día siguiente que la terrible fortuna de la mar se levantó, mezclada con un diluvio de agua del cielo, espantoso, y que comenzaron los navíos, naves y galeras de la armada, sin haber algún remedio, dar al través y romperse todos en la playa, y que el Emperador, viendo un tan horrible y tan miserable espectáculo, fue forzado, con gran pena y dolor, retirarse de aquella empresa, el Hassan Aga acompañó siempre a su gente, siguiendo, picando, matando y degollando los soldados y escuadrones cristianos, hasta casi Matafuz, mostrándose en todo no como capón, más como hombre entero y animoso. De la misma manera, ganándose entonces un tan rico despojo de tantos cautivos, tantas ropas, tantos caballos y otras infinitas cosas de precio, fue el Hassan Aga liberalísimo y magnánimo con todos; no tomando para sí un alfiler y dejando todo liberalmente a quien lo había ganado, diciendo que sola la fama y honra de tan gran hecho a él le bastaba y sobraba56.
A continuación, sabidas las ayudas que recibió el Emperador en Bugía y las que hubiera podido recibir por tierra -dos mil escopeteros, mucha caballería y vasallos- de haberse tratado de un feliz desembarco, Hassan Aga resolvió emprender la guerra y castigar al Rey moro del Cuco. De este modo, a finales de abril de 1542, salió de Argel con tres mil turcos escopeteros, dos mil moros árabes a caballo y mil a pie con doce piezas de artillería. El Rey del Cuco, lejos de enfrentarse a Hassan Aga, le agasajó con regalos y dineros, por primera vez se hizo su tributario e, incluso, dejó a un hijo suyo como rehén.
Al año siguiente, el Rey de Tremecén -Muley Ahmet- se acostó de nuevo al Rey de España negando la obediencia a Elassan Aga, lo que provocó la preparación de un ejército de cuatro mil turcos escopeteros, seis mil moros a caballo y cuatro mil a pie con diez piezas de artillería encarretada que, a principios de verano, se dirigía rumbo a Tremecén. Las embajadas que envió Muley Ahmet, durante el camino, a Elassan Aga no lograron impedir que decidiese llegar a la ciudad y dejar en ella una guarnición. Fue recibido con muchos presentes y caricias. Se negoció que Muley Ahmet quedara por rey a cambio de su juramento de lealtad al Turco y del rechazo de cualquier amistad con cristianos. Tan satisfecho quedó Hassan Aga con el compromiso, que resolvió regresar a Argel prescindiendo de dejar guarnición ninguna en Tremecén. Sabido esto, a su vez, por el general de Orán, Conde de Alcaudete, determinó castigar, aun a costa suya y de sus parientes, a Muley Ahmet de tal manera que le venció en batalla y puso por rey a un hermano suyo.
Hassan Aga, según regresó de Tremecén, cayó enfermo y, a medida que pasaban los días, iba creciendo más la indisposición y las fiebres. Poco apoco fue consumiéndose hasta que falleció, a finales de septiembre de 1543, con gran pesar y dolor de cuantos le conocían. Dice Diego de Haedo:
Era Elassan Aga de edad de cincuenta y seis años, pequeño de cuerpo pero muy bien proporcionado, de lindos ojos y facciones de cara y muy blanco; fue amantísimo de justicia y, por esta causa, usó con algunos de muy grandes crueldades, por lo cual fue de todos muy temido; era hombre muy liberal y amigo de hacer bien a los pobres. Está enterrado en Argel, fuera de la puerta de Babaluete, en una sepultura que un renegado suyo y mayordomo de su casa le hizo después de muerto57.
1. Haedo, D. de: Topografía e Historia General de Argel. Edición de Ignacio Bauer y Landauer, 3 vols. Sociedad de Bibliófilos Españoles, Madrid, 1927-1929. Epítome de los Reyes de Argel, I, p. 278.
2. Así lo recoge en distintos pasajes el propio Haedo, fruto de la popular tradición oral argelina, cuarenta años después: «Y si en algún caso, algún Rey o gobernador se mostró animoso, sabio y prudente, él lo fue en esta guerra; viéndose cercado de un Príncipe tan poderoso como el emperador Carlos V con una armada tan grande y con tanta y tan valerosa gente de soldados de todas las naciones cristianas y él con poco más de tres mil turcos (aunque tenía muchos andaluces y moros), no solamente no se conoció en él temor mas, cabalgando de continuo por la ciudad, que estaba toda desmayada, daba él solo esfuerzo y muy grande ánimo a todos. Y como el Emperador le enviase con don Lorenço Manuel, un caballero principal español, a decir que si le daba la ciudad le prometía que le haría muchas mercedes, y a todos cuantos turcos tenía, le respondió donosamente, sonriéndose, que tenía por un gran necio aquel que de su enemigo tomase consejo, mas que él esperaba en Dios que la venida del Emperador sería para con ella ganar un gran nombre y perpetua fama». Idem, p. 279. Véase, asimismo, Mármol Carvajal, L. del: Descripción General de África. Madrid. Ed. Facsimilar del tomo I, 1953 (Ia ed. Granada, 1573). Libro V, fols. 217 vto. y 218. Cfr. Sola, E. y Peña, J. F. de la: Cervantes y la Berbería. Cervantes, mundo turco-berberisco y servicios secretos en la época de Felipe II. Madrid, 1995, p. 33.
3. Sola, E.: «Los corsarios al servicio del Gran Turco: un hombre de frontera», en El corso. Expresión histórica de un Mediterráneo dividido. Fundación Española de fiistoria Moderna y Universidad Pompeu Fabra. En prensa. Este texto actualmente se puede consultar en el Archivo de la Frontera: <http://www.archivodelafrontera.com/clasicos-minimos/los-corsarios-al-servicio-delgran-turco-un-hombre-de-frontera/>.
4. EIaedo, op. cit., I, pp. 277-278.
5. Véanse, entre otras, Copia de letra enviada al marqués de Atripalda desde galera del Canal de Corfú, a 10 de octubre de 1533, por Juan Francisco de Mascio, de Taranto en Archivo General de Simancas [en adelante AGS]. Estado, leg. 1015, doc. 141; Copia de letra enviada a don Pirro Catriota de Corfú, a los 14 de octubre de 1533, por Piero Forfalla y Nicolo Fortachudo en AGS, Estado, leg. 1015, doc. 142 y Nuevas de Levante que envía el Visorrey de Nápoles en AGS, Estado, leg. 1015, doc. 143.
6. Véanse Carta del marqués del Gasto a Su Majestad, en Ayrola, a 20 de mayo de 1534 en AGS, Estado, leg. 1018, doc. 8 y Carta del marqués del Gasto al muy ilustre señor don Francisco de los Cobos, Comendador mayor de León, Primer Secretario y del Consejo de la Cesárea y Católica Majestad, en Ayrola, a 26 de junio de 1534 en AGS, Estado, leg. 1018, doc. 13.
7. Carta del embajador en Venecia Lope de Soria a Carlos V en AGS, Estado, leg. 1310, doc. 15.
8. Carta de Lope de Soria a Carlos V en Venecia, mayo de 1533 en AGS, Estado, leg. 1310, docs. 198 (descifrado) y 199.
9. Nuevas de Levante por diversas partes que envía el Virrey de Nápoles para Su Majestad en AGS, Estado, leg. 1021, doc. 5.
10. Carta de Lope de Soria a Carlos V en Venecia, a 19 de octubre de 1533 en AGS, Estado, leg. 1310, doc. 154.
11. Lo que se entiende de la armada de Barbarroja, en Nápoles, a 22 de febrero de 1535, según Juan de San Fiore, enviado a Santonocito para rescatar la gente que había tomado Barbarroja en AGS, Estado, leg. 1021, doc. 35.
12. «Ya tenemos aquí nueva cierta cómo Vuestra Majestad arribó en Trapana, a 28 del pasado [julio], y que, asentadas las cosas del Reino de Sicilia, pasará en Nápoles. Y dicen que estará allí este invierno y que ha licenciado las naves de su armada, de lo cual esta República está muy alegre porque temían que fuese a Constantinopla; y cierto les hubiera displacido por los respetos que por otras tengo dicho pero, de la destrucción de Barbarroja y su armada, es cierto que ha habido mucho placer» en Carta de Lope de Soria a Carlos V en Venecia, agosto de 1535 en AGS, Estado, leg. 1311, doc. 152.
13. Haedo, op. dt., I, p. 268.
14. Deposición y nuevas de Levante, en Nápoles, a 29 de noviembre de 1536 en AGS, Estado, leg. 1025, doc. 103.
15. Avisos de Levante, en Constantinopla a 17 de octubre de 1536 en AGS, Estado, leg. 1312, doc. 60.
16. «Que no eran en mar más de 25 galeras y que se labran otras en aquel atarazanal, el Mar Mayor y Galípoli. Y se decía que saldrían de allí 300 velas y que andarían en Pulla. Y que están en Constantinopla Barbarroja, el Judío y el Moro de Alejandría», en Avisos de Levante para la República de Venecia, en AGS, Estado, leg. 1313, doc. 89. «Que a los 13 de mayo, besó la mano al Turco Yufdí Bbajá, su cuñado, y le dio la bandera de Capitán General y se partió con 116 galeras. Y en la suya puso 200.000 ducados. Que presto partiría Barbarroja con 24 galeras que allí tenía y esperaba otras del Mar Mayor. Y con las que son en Galípoli hacían 40, que serán 240 galeras, y más los corsarios. Y todas vendrían a la Velona. Que partió el Turco de Constantinopla a 16 del mismo mayo, con grandísimo número de gentes, con determinación de meter 16 jornadas hasta la Velona», en Avisos de Levante, en Constantinopla a 22 de mayo de 1537 en AGS, Estado, leg. 1313, doc. 138.
17. Véanse Carta del Virrey de Nápoles, Pedro de Toledo, a Su Majestad acerca de tropas, fortificaciones y prevenciones de defensa, en Nápoles, a 25 de marzo de 1537. AGS, Estado, leg. 1026, doc. 13 y Copia de la Carta que Alonso de Alarcón, el cual viene de Constantinopla enviado de Barbarroja, envía al marqués de Alarcón [se envía copia a Su Majestad], en Fiumara de Muro -^vía Nápoles-, a 20 de abril de 1537 en AGS, Estado, leg. 1027, doc. 13.
18. «Que Morato Aga era salido de Constantinopla con 50 galeras, y con ellas y 100 fustas de corsarios hacía muchos daños en el archipiélago. Y ya habían tomado dos islas pequeñas de venecianos y robándolas y hechos esclavos las personas, las cuales islas se dicen Estampalia y Santurín. Que el Turco había de partir de Constantinopla el principio de mayo con poderoso ejército para Hungría. Que Barbarroja había de partir de allí, en el mismo tiempo, con 100 galeras y se juntaría con el dicho Morato Aga. Después recibió esta Señoría una letra, que escribe uno de sus gentiles hombres a su General de Mar, y dice que Barbarroja era en Galípoli con 100 galeras y que debía ir contra Nápoles de Romania. Y que también iría por tierra Yufdí Bajá, el cual era vuelto en su grado de Bajá, y llevaba 80.000 hombres contra dicha ciudad. Y temen los venecianos de perderla es de mucha importancia», en Avisos de Levante, en Candia a 28 de abril de 1538 en AGS, Estado, leg. 1315, doc. 27.
19. Carta de Diego Hurtado de Mendoza a Carlos V, en Venecia a 17 de septiembre de 1539 en AGS, Estado, leg. 1315, doc. 181.
20. Avisos que envía el Virrey de Nápoles, en Nápoles, a 27 de julio de 1539 en AGS, Estado, leg. 1030, doc. 55.
21. Relación del suceso de la empresa de África, en Nápoles a 17 de noviembre de 1540 en AGS, Estado, leg. 1316, doc. 181.
22. EIaedo, op. cit., I, p. 272.
23. Escolano, G.: Las Décadas de la Historia de la insigne y coronada ciudad y Reino de Valencia. Valencia, 1611 (edición de la Universidad de Valencia, 6 vols., 1972), p. 605.
24. Martínez López, M.: Piratas y corsarios en las costas de Alicante. Alicante, 2006, pp. 90-101.
25. «Una de ellas fue a 10 de agosto, dieron en el río de Cullera diecisiete galeras del corsario Barbarroja que, desembarcando seiscientos turcos, fueron la vuelta de Alfandech y cautivaron dos mil personas y enfadelaron mucha ropa; contra ellos salió el duque de Gandía y don Francisco Sentelles... y con cuarenta de a caballo cada uno los acometieron e hicieron soltar la presa mal de su grado; murieron cuarenta moros, murieron tres cristianos, salió herido el duque», en Bendicho, V., Crónica de la muy ilustre, noble y leal ciudad de Alicante. Alicante, 1640 (existen ediciones de 1960 y 1988), p. 777. En la misma obra, p. 773, se describe la entrada en el puerto de Alicante «Desapte a 4 de agost de 1533, desset fustes Barbarroja, a la nau Nisarda de Alacant, en que y avia sinc galeres y dotse fustes groses, y li donaren mols combats fins dumenge, a les huit hores del matí acomanase a la santa Verónica foren lliures, y les fustes les seguirán fins que la ciutat tira, y tambe les naus y la nau qued salva».
26. Viciana, M. de: Chrónica de Valencia. 1564, p. 411.
27. Escolano, G.: Las Décadas de la Historia de Valencia. 1610, p. 747.
28. Viciana, op. cit., p. 426.
29. Idem, p. 336.
30. Viravens Pastor, R.: Crónica de la muy ilustre y siempre fiel ciudad de Alicante, p. 102.
31. Copia de la relación de lo que el capitán Juan de Vergara pasó con Barbarroja en Constantinopla desde 13 de febrero hasta 7 de marzo, que salió de ella, y tratos con él para confederarse con Su Majestad en AGS, Estado, leg. 1030, doc. 26.
32. Carta del Virrey de Nápoles al Rey, en Nápoles, a 4 de mayo de 1540 en AGS, Estado, leg. 1031, doc. 58.
33. AGS, Estado, leg. 638, fol. 95.
34. Para evitar que los argelinos aumentasen y robusteciesen sus fortificaciones y reuniesen mayor cantidad de gente para defender la plaza, Carlos V disponía que los preparativos se disimulasen con el supuesto proyecto de socorrer La Goleta. En esta dirección, eludiendo totalmente la empresa de Argel, cursa órdenes a los Corregidores de algunas poblaciones mediterráneas para la detención y embargo de naves de más de cien toneladas (17 de junio de 1541. AGS, Estado, leg. 55, fol. 504); al marqués de Mondéjar, capitán general del reino de Granada (18 de junio de 1541. AGS, Estado, leg. 55, fol. 507) y a Luis Sarmiento, embajador español en Lisboa (5 de julio de 1541. AGS, Estado, leg. 638, fol. 125).
35. Armada. Prevención para Argel. 1541. La resolución de las provisiones que se han de hacer para la empresa de Argel y dónde y cómo se ha de proveer, que llevó Martín Alonso de los Ríos. De Ratisbona, a VII de junio de DXLI que fue despachado al príncipe Doria, Virrey de Nápoles y Sicilia. AGS, Estado, leg. 469, fol. 89. Asimismo, Armada, Prevención para Argel. 1541. Relación de la artillería y municiones que se llevaron en la Armada contra Argel en AGS, Estado, leg. 55, fols. 9-11.
36. Para comprender el esfuerzo realizado por España y los reinos de Nápoles y Sicilia en la organización de la empresa de Argel, son muy ilustrativas las relaciones y provisiones que recogen las cantidades de víveres, vituallas, efectos y material demandadas. Véase la Relación que envía Francisco Duarte de lo que es necesario para hacer la empresa de Argel y los memoriales que se sacan para enviar a España, Nápoles, Sicilia, Génova y Cerdeña. A Ratisbona en mayo de DXLI en AGS, Estado, leg. 479, fol. 77.
37. Carta del marqués de Mondéjar al comendador mayor de Castilla, de 9 de julio de 1541 en AGS, Guerra Antigua, leg. 20, fol. 141.
38. Carta del Emperador al Cardenal, de 10 de agosto de 1541 en AGS, Estado, leg. 638, fol. 138.
39. Véanse Los bastimentos que se enviaron en la armada en AGS, Secretaría de Guerra Antigua, leg. 22, fol. 181 ; Relaciones de navíos y bastimentos en AGS, Guerra Antigua, leg. 20, fol. 235.
40. Véanse Copia de la carta que el duque de Alba escribió a Francisco Verdugo a los XVIII de septiembre; Carta de Francisco de Verdugo, de Málaga, al magnífico señor Francisco de Ledesma, secretario de Su Majestad de su Consejo y Copia de la carta que Francisco Verdugo escribió al marqués de Mondéjar de los XXII de septiembre en AGS, Guerra Antigua, leg. 21, fols. 61, f 70 y 62, respectivamente.
41. Carta del duque de Alba a la Cesárea y Católica Majestad del Emperador y Rey nuestro señor, en Formentera a VII de octubre de 1541 en AGS, Estado, leg. 52, fol. 4L
42. Véanse Carta del Cardenal Arzobispo de Toledo y Gobernador al Emperador y Carta a Su Majestad del Reverendísimo Cardenal en Madrid a XXIX de julio de 1541 en AGS, Estado, leg. 51, fols. f 3 y f 4 y fols. 34 y 35, respectivamente.
43. Véase la mudanza de opinión de ambos según se desprende de Carta del Emperador al Cardenal Gobernador, después de la entrevista con el Papa en Luca y antes de la salida de Specia el 27 de septiembre en AGS, Estado, leg. 53, fol. f 6.
44. Carta del marqués de Mondéjar al Comendador Mayor de León a IX de julio de 1541 en AGS, Guerra Antigua, leg. 20, fol. 141.
45. Carta del marqués del Vasto a V. Mat. en AGS, Estado, leg. 469, fol. 87.
46. Instrucción de Su Majestad Imperial para la empresa de Argel que había de hacer, hecha en Génova a IX de septiembre de 1541 en AGS, Estado, leg. 55, fol. 3.
47. Dos expediciones españolas contra Argel, 1541 y 1575. Estado Mayor Central del Ejército. Servicio Histórico Militar. Madrid, Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército, 1946, pp. 37 y 38.
48. Idem, pp. 39-42.
49. Relación de lo de Argel que dio Bernardo de Ysela, cautivo en Argel, 1541 en AGS, Estado, leg. 649, fol. 88.
50. Tomado de un fragmento de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia que inserta Galindo y de Vera en Memoria Histórica de las posesiones Hispano Africanas. Madrid, 1884.
51. Véase la concisión con que el Emperador relata estos hechos en Copia de la carta que se escribió al Cardenal de Toledo desde el cabo de Matifuz y de un capítulo de otra carta que se le escribió desde Bugía, en 3 de noviembre en AGS, Guerra Antigua, leg. 21, fol. 168.
52. Copia de lo que escriben algunas personas de las que fueron a la empresa de Argel en la Armada que fue de estos Reinos y que han aportado en Cartagena a los VII del corriente y escriben a los IX en AGS, Estado, leg. 53, fol. 226.
53. Carta del Gobernador de Orán en AGS, Estado, leg. 469, fol. 167.
54. Recogidas en la obra de León Galindo y de Vera, Memoria histórica de las posesiones hispanoafricanas. Madrid, 1884.
55. Lorenzo López [1680-1758] y Juan Bautista Maltés [1646-1712]. Hike ilustrada. Historia de las antigüedades de la muy noble y siempre leal ciudad de Alicante. Alicante, 1907 (edición crítica y facsímil, Alicante, 1991). Capítulo tercero, pp. 317-318. Cfr. Bendicho, V.: Crónica de la muy ilustre, noble y leal ciudad de Alicante. Alicante, 1640 (existen ediciones de 1960 y 1988), p. 577.
56. Haedo, op. cit., I, p. 280.
57. Idem, pp. 281-284.
58. 1536, Io de año, La Goleta. Don Bernardino de Mendoza al emperador en AGS, Estado, leg. 463, doc. 67, 2 pp.
BIBLIOGRAFÍA
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5. APÉNDICE
Un tercer nivel en la aproximación a la figura de Hasan Aga son los datos específicos en los que aparece él en acción directamente, lo que necesitará un expurgo más en profundidad de las fuentes del momento.
Solo como muestra mínima, reproducimos un fragmento de una carta de Bernardino de Mendoza desde la Goleta, de primero de enero de 1536, en la que desde Argel Hasán Aga interviene en la nueva situación de la zona, movilizando a tribus de la región fieles a Barb arroja.
Por la vía de Alger he sabido que Haçen Aga está en campo con propósito de venir a la primavera a esta tierra, y así lo promete a los moros de ella por sus cartas. Fía enviado al Morabet Beçebuba, que es Tesorero de Barbarroja, a tratar con los árabes de E[anexe, que serán hasta mil y seiscientas lanzas, y están entre Bona y Constantina, dentro en la tierra cuatro jornadas; los cuales me han certificado que han recibido dineros y están confederados con el [roto] tengo por la vía del... [roto]... Aunque no me dice que están concertados, yo tengo por cierto el concierto porque estos son parientes y amigos de Hamet ben Morabet, el que es enemigo del rey de Túnez y siempre ha favorecido la parte de Barbarroja. Lo que de estos alárabes tengo entendido es que hay bandos entre ellos y por esto nadie los puede tener todos ni juntos se podrían sostener, porque lo que a ellos los hace y da ser es la guerra, y sin ella no pueden vivir ni sostenerse, por lo cual la buscan, y cuando no la hallan en otra parte, la tienen entre sí unos con otros58.
Sirva como ejemplo este fragmento del tercer nivel de búsqueda documental destinado a completar el perfil de este personaje en particular, para ir incorporándolo al banco de contenidos del Archivo de la Frontera que pueda facilitar la preparación de informes audiovisuales de aquella fascinante realidad.
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Copyright Ediciones Universidad de Salamanca 2014
Abstract
This work tries to describe graphically the consolidation of a social myth in the unsettled Mediterranean of the 16th century, through a personage: the Spanish convert to Islam Hassan Aga (Azan Aga), the Sardinian renegade who succeeded Hayreddin Barbarrosa at the helms of Algiers from 1533 till his death ten years later. This was a period of intense activity, with the the climax that came with the expedition of Charles to Algiers in 1541, whose spectacular defeat can be considered as the principal nucleus of the myth of this popular personage who as a Sardinian slave came to defeat the Emperor. A myth of social ascension with maquiavelical profiles of a new prince of the frontiers.
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