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En este trabajo se analizan los vaivenes de la democracia participativa y se examinan las posibles soluciones a las dificultades que enfrenta su institucionalización. De acuerdo con el autor, no se trata de valorar sus virtudes o defectos intrínsecos sino su función en el sistema político. Ante los posibles usos autoritarios del referéndum y el plebiscito, la consulta al pueblo no es en sí misma un recurso democrático ni un pasaporte a la democracia. Son, sin embargo, formas de participación compatibles con la democracia representativa.
El pasado autoritario
El referéndum y plebiscito tienen una larga y variable historia, de la que una parte ha estado al servicio del poder, lo que justificadamente hace dudar de su papel constructor de relaciones democráticas entre la sociedad y el Estado. El escaso aprecio de que gozan entre los partidarios de la democracia representativa proviene de su abuso por parte de regímenes autoritarios y totalitarios en los siglos XIX y XX, cuya práctica ha significado no una desviación sino una suplantación de su significado teórico, como expresión libre de la voluntad popular.
La experiencia bonapartista impregnó de un contenido peyorativo al plebiscito, porque significaba el reforzamiento de la autoridad personal del gobernante. El plebiscito en la práctica francesa es la consulta al pueblo, explícita o implícitamente, no sobre una decisión sino sobre un nombre, el jefe del gobierno, buscando asentar o mantener un poder personal con el apoyo del pueblo. De ahí la afirmación, no generalizable, que hace P. Leroy: "El sentido del plebiscito es confirmar ulteriormente los actos del gobierno por una aclamación solemne."1
Otra fuente de descrédito fue su uso por los sistemas de partido único, que corresponden a diverses regímenes autoritarios, dictaduras militares o burocráticas, así como a regímenes totalitarios fascistas y comunistas que recurrieron a los procedimientos del referéndum y el plebiscito para legitimarse. En tales regímenes, "el desvío del poder electoral encuentra su forma más brutal en las prácticas que le quitan toda o parte de su signficación"; es una degradación de los procedimientos de democracia semidirecta. La consulta entonces tiene un valor distinto, que se distingue, afirma Emeri, no en el nivel constitutional o legislativo del acto, sino del carácter totalitario o liberal del gobierno que recurre.2
La desconfianza en el valor...