Pablo GARCÍA CAÑON, Concejos y Señores. Historia de una lucha en la montaña occidental leonesa a fines de la Edad Media, Universidad de León, León, 2006.
El título responde fielmente al contenido de la investigación histórica de la que trata; a un lado están los concejos y enfrente los señores. La palabra «lucha» incluye la referencia a una continua relación de conflictividad, incluso belicista, entre ambos, al mismo tiempo que aminora la atención sobre cualquier otro tipo de relaciones entre los montañeses que viven y se han dotado de sus organizaciones concejiles, y los que ostentaban el poder señorial en la montaña occidental leonesa a fines de la Edad Media. El otro epígrafe, que falta en el título y aparece de forma extensa en la obra, hace referencia a los aspectos económicos de las poblaciones que conforman el hábitat en la zona de estudio.
Se trata de los grandes valles de los ríos Sil, Luna y el Omaña, y de los pequeños valles que vierten aguas y aumentan los caudales señalados. Es un espacio geográfico muy montañoso y poco poblado de las comarcas de Laciana, Ribadesil, Omaña y Babia, en los límites occidentales de León con Asturias, que dan nombre a otros tantos concejos mayores, y que agrupan a una serie de aldeas vinculadas a las cabeceras concejiles. Además de esta organización política, cuenta el autor con otros dos elementos organizativos de especial relieve para la época de estudio: una, la administración eclesiástica, repartida entre las actuales diócesis de Oviedo y León y sus respectivos obispados; y la presencia de unas comunidades monásticas con posesiones en la zona: San Andrés de Vega de Espinareda, San Juan Bautista de Corias, Santa María de Gúa, Santa María de Arbas, Santa María de Otero de las Dueñas, San Isidoro de León, San Salvador de Oviedo. Y dos, la presencia de los señores laicos y su organización señorial, entre los que destaca la familia de los Quiñones, es decir, los Condes de Luna, a los que hay que añadir: los Trastámara, los Osorio, los Quirós, Miranda, Omaña, y también los Buelta, los Flórez y otros.
Esta estructura político-administrativa se asienta sobre una economía agropecuaria de subsistencia, con claro predominio de la ganadería, y con relativa importancia de las actividades artesanales y mercantiles; los artesanos vinculados a las «ferrerías», y los comerciantes que, más allá de actividad ordinaria, se alegraban con los mercados semanales de rango comarcal.
Los eclesiásticos asentados en esta zona geográfica eran «grandes propietarios de bienes: tierras, pastizales, viviendas, que eran cedidas a los montañeses mediante diversos tipos de arrendamiento, entre los que destaca el contrato foral». A esto hay que añadir las rentas proporcionadas por «los derechos de presentación en las parroquias» y, por supuesto, los diezmos.
Los Condes de Luna, que una y otra vez han merecido la atención y estudios de César Álvarez, fueron los señores jurisdicionales más importantes en esta montaña leonesa a finales de la Edad Media, aunque no los únicos que tenían po- sesiones en la zona. Unos y otros señores «cogían» sus imposiciones señoriales; nombraban a las autoridades concejiles en sus respectivos dominios y según sus intereses; recurrían a la fuerza para amedrentar a las poblaciones e imponer un determinado aprovechamiento de los recursos naturales de los valles y montañas.
Los concejos defendían sus antiguos derechos sobre los pastos y términos de dominio público, sobre el aprovechamiento de la red hídrica, sobre la explotación de la pesca y el agua, o sobre la elección de sus autoridades locales; e intentaban librarse de las usurpaciones, agresiones o abusos cometidos por los señores y, de forma especial, por la nobleza laica que era la principal incitadora y la que utilizará la violencia con más virulencia, como ocurría en otras zonas del reino en la Baja Edad Media.
Se citan en la bibliografía muchos fondos de archivo consultados y se relacionan obras referentes al tema. Lamenta el autor la escasez de fuentes de carácter concejil para estudiar durante este período el «elemento humano montañés» y centra su atención en documentación histórica de origen judicial y nobiliario. En los últimos años se han publicado muchos fondos documentales de monasterios asentados en la zona estudiada, y también de la catedral de León, que a buen seguro esconden en sus páginas datos para el conocimiento de la vida de los hombres y mujeres en la zona sobre la que se realiza la investigación presente. Estos conjuntos de documentos monásticos guardan muchas noticias relacionadas con el quehacer diario de las personas y de las poblaciones; la ausencia de estas noticias en la investigación publicada, nos lleva a pensar que el autor guarda para otras ocasiones el estudio de otros muchos aspectos de la historia de la montaña occidental leonesa a fines de la Edad Media.
Blas CASADO QUINTANILLA
UNED
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