Content area
Full Text
I. Introducción1
El clientelismo es una problemática que con mucha frecuencia se investiga en el ámbito de las Ciencias Sociales, sobretodo en América Latina, donde algunos autores han llegado a plantear que es una institución permanente y estable de nuestros ordenamientos políticos (Auyero 2004; Valenzuela 1977; Arriagada 2013; Arriagada & Angelcos 2015). Lo cierto es que su carácter flexible permite que el fenómeno siga siendo revisitado y analizado continuamente para explicar sus efectos tanto en la democracia como en la manera en que los diferentes grupos sociales son incluidos. Lo seguro es que el clientelismo, entendido como “una institución particularista basada en el establecimiento de relaciones de dominación que incluyen el intercambio de favores bienes, servicios y una serie de factores subjetivos” (Torres 2007, p.14), no es un fenómeno estático y permanente, sino por el contrario, es un fenómeno que se transforma y articula con lo formal de diversas maneras, lo cual permite su constante estudio. Justamente, uno de los aspectos que más recalcan los investigadores a la hora de examinar el clientelismo, es su constante persistencia a pesar de las diversas transformaciones institucionales que han experimentados los sistemas políticos y la democracia. Lo estudios de Espinoza (2006) y Valenzuela (1977) para el caso chileno dan cuenta de esta persistencia histórica del clientelismo.
Antes de proseguir, es preciso señalar que el clientelismo político en Chile ha tenido una presencia histórica permanente. De hecho, Valenzuela (1977) analiza el clientelismo a fines de los años 70, señalando que el sistema político chileno incidió en la formación de un electorado con fuertes lealtades y tendencias ideológicas, que coexistía con un sistema de representación dedicado a responder necesidades particulares. Espinoza (2006) y Álvarez (2016) distinguen ciertos elementos de continuidad en las redes clientelares que también identificó el estudio de Valenzuela, pero estas han cambiado, sobre todo en el papel que juegan los mediadores y la estructura de las redes.
El carácter persistente del clientelismo se debería principalmente a la capacidad de adaptación que este presenta en las diferentes estructuras sociales, económicas y políticas (Rodríguez 2002), logrando acoplarse a los sucesivos cambios que han derivado en la constitución de democracias más desarrolladas y modernas. Barozet (2006, p.78) señala que, en las últimas décadas, “las relaciones clientelares pasaron de ser sistemas...