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Reina Roffé. Aves exóticas. Cinco cuentos con mujeres raras. Y uno más. Bs. As.: Editorial Leviatán, 2011. 117 pp. ISBN 978-987-514-184-1.
"Miro a los ojos del buey degollador del presentador y, como Marisol, la cejijunta, no sé qué responderle. Miro a la luz roja de la cámara y con una serenidad de Gorgona, bajito pero claro, digo: "Ser hija de mí misma". A esto sí se llama empezar por el final. Justamente, la nouvelle "La madre de Mary Shelley", de Reina Roffé, esa una profunda indagación sobre la condición femenina, pero de modo particularmente notable, la del vínculo madre/hija. Con ese título tan evocador, con resonancias dieciochescas, madre e hija, entablan una relación en el que se sobresale o se es asesinada. Esta pulseada, sea tal vez la que, de modo imaginario, jugó la autora de Frankenstein, Mary Shelley, con su madre, Mary Wolstoncraft, autora de Vindicación de los derechos de las mujeres. Una madre precursora y una hija escritora, también precursora a su manera, destacan, una vez más, por su singularidad de creadoras. Lo cierto es que en su texto, Roffé, a través de una alteridad engañosa, muestra una pulseada en la que para perfilar una identidad destacada hace falta eliminar al otro. A la otra, en este caso. Y es que la figuración es acertada. Mary Shelley, si bien amaba mucho a su madre, y ha de haber lamentado su temprana muerte, a los pocos días de nacida ella, también posiblemente se haya enfrentado al dilema de sobrevivir a un fantasma que, como el de Hamlet, siempre se agiganta. El regreso de una voz, que es como decir en este caso el regreso de una presencia largamente ausente, abandónica, acentúa una rivalidad casi implícita. Resonancias del psicoanálisis (que evito aquí porque ignoro pero sospecho), hacen que este argumento conflictivo sea la parábola perfecta para deslindar el modo en el que el sujeto mujer, para devenir, debe ante todo eliminar al de su progenitora. Mucho más si ésta, invasiva, regresa de un país extraño luego de una huida de diez años. En el medio ha habido crecimientos, parientes sustituías, soledad, conjeturas y, por sobre todo, mucho rencor. Es un rencor que se percibe, por ejemplo, en la persecución de la madre en su biblioteca,...