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En las últimas décadas del siglo XIX, el tachirense Telmo Romero (1846- 1887) se convirtió en uno de los personajes con mayor popularidad en Los Teques. En todas partes se hablaba de él: en las plazas, en la estación de ferrocarril, en los hoteles y pensiones, en las galleras, en las bodegas y pulperías, en los bares, en la prensa y hasta en las retretas dominicales.
Telmo aparecía ante los ojos de los parroquianos tequeños como el brujo, el yerbatero y el curandero de arrollador éxito en Caracas, gracias a la protección y ayuda del general Joaquín Crespo, Presidente de la República. Su presencia en Los Teques se explica porque desde el mes de abril de 1876 funcionaba en esta ciudad el primer manicomio erigido en Venezuela, inaugurado con el pomposo nombre de Asilo de Enajenados.
Ese manicomio se instaló en tierras guaicaipureñas porque se pensaba que Los Teques reunía condiciones especiales para aliviar los trastornos mentales: Un clima fresco y suave, un poblado tranquilo y bucólico, huertos y hatos con finas carnes y hortalizas, y un sitio con exuberantes y cristalinas aguas del río San Pedro, y de las numerosas quebradas y manantiales. Por estas benéficas circunstancias, la pequeña aldea ganó prestigio como el anhelado paraíso de los locos y tuberculosis.
El manicomio -refiere el doctor Ricardo Álvarez en su libro La Psiquiatría en Venezuela- se instaló en el punto preciso que hoy ocupa la plaza Guaicaipuro, en el sector del Llano de Miquilén. Su construcción era sencilla y de corriente estilo. Sus piezas bajas y estrechas, con techo de tejas, verja corrida por el frente y en su fachada ventanas de balaustres, puerta principal y algunos tragaluces. En la parte posterior, y para esparcimiento de los reclusos tranquilos, se acondicionó un jardín o parque lateral denominado Plaza Crespo.
Casi dos años estuvo el manicomio sin médico-director que velase por el funcionamiento y sugiriese normas para la buena marcha. En 1878 se dispuso entregar a un mismo médico la asistencia de dicho establecimiento y la del Hospital de Elefantiásicos de Caracas. Recayó este cargo en el doctor Enrique Pérez Blanco, pero en 1884 fue reemplazado por el audaz curandero, Telmo A. Romero.
Este pintoresco y temible personaje de ingratos recuerdos en Los Teques,...