Félix LÓPEZ DE ULIBARRI (Dir.), Aiala Kantzilebarren Leinua. El Linaje del Canciller Ayala. Vitoria-Gasteiz. Diputación Foral de Álava, 2007. 312 páginas.
La edición de esta obra se enmarca en los actos conmemorativos del VI centenario de la muerte del Canciller D. Pero López de Ayala, acaecida en la ciudad riojana de Calahorra, en el año 1407. Con el propósito de abordar un completo y actualizado análisis de la figura del Canciller López de Ayala, en su doble faceta histórica y literaria, que sirviera como punto de partida para futuros estudios e investigaciones, se organizaron diversos actos culturales y una exposición conmemorativa, que tenían por finalidad incidir en la herencia cultural del Canciller, situándola en el contexto histórico, artístico, geográfico y humano del siglo XIV, momento en el que el linaje de los Ayala logró escalar posiciones en la nobleza castellana, interviniendo de forma destacada en la vida política y administrativa del reino de Castilla.
En la misma línea, el libro que nos ocupa constituye un excelente y completísimo estudio acerca de la historia del linaje Ayala, desde sus más remotos orígenes documentados, a fines del siglo XI, hasta comienzos del siglo XVI. Se inicia con una introducción, a cargo de Félix López de Ulibarri, Jefe del Servicio de Museos de la Diputación Foral de Álava y Comisario General de los actos conmemorativos del «VI Centenario del Canciller Ayala». En ella ofrece una interesante aproximación a la figura del Canciller como caballero, diplomático y literato, poniendo de relieve su aportación, extraordinariamente importante, a la vida política, diplomática, literaria e intelectual de la Castilla del siglo XIV. Asimismo pone de relieve, de forma muy especial, la figura del padre del Canciller, D. Fernán Pérez de Ayala, a quien corresponde, en buena medida, el engrandecimiento del patrimonio familiar de la Casa de Ayala y su encumbramiento en el conjunto de la nobleza castellana. En este sentido, destaca el autor de la introducción que la acción más acertada de D. Fernán fue la constitución, en 1373, de mayorazgo en favor de su hijo D. Pero, lo que evitó la disgregación del patrimonio familiar entre sus herederos y contribuyó a potenciar la creciente fuerza del linaje. Es también a D. Fernán a quien se debe la creación en Quejana, solar originario del linaje Ayala, de un magnífico conjunto monumental, sin duda uno de los más grandiosos de la Castilla del siglo XIV.
Seguidamente el profesor Julio Valdeón Baruque, catedrático de Historia Medieval (jubilado) de la Universidad de Valladolid y académico de número de la Real Academia de la Historia, con la claridad expositiva a la que nos tiene acostumbrados en su amplia producción historiográfica, traza una magnífica introducción histórica en torno a la figura del Canciller D. Pero López de Ayala y a la época en la que le tocó vivir, una época que ha centrado, en buena medida, la rica y dilatada trayectoria investigadora del profesor Valdeón. Su análisis se centra, principalmente, en la convulsa historia del reino castellano a lo largo de la segunda mitad del siglo XIV, marcada en buena medida por la crisis demográfica, resultado directo de las pestes y de la crisis agraria que sufrió toda la Europa occidental, así como por el enfrentamiento por la corona castellana entre el rey Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara. Siguiendo las crónicas de los reinados de Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III, de las que es autor el Canciller Ayala (la última tan sólo iniciada por él, ya que su muerte en 1407 le obligó a dejarla inacabada), Julio Valdeón nos presenta el marco histórico en el que se desarrolló la vida de D. Pero, a través de su propia experiencia vital.
La parte más extensa del libro consiste en el estudio sobre el linaje de los Ayala, del que es autor el profesor Ernesto García Fernández, catedrático de Historia Medieval de la Universidad del País Vasco. Es éste un trabajo imprescindible para comprender auténticamente la relevancia histórica del Canciller D. Pero López de Ayala, y del que hasta este momento se carecía, ya que, si se disponía de algunos estudios parciales dedicados a este tema, faltaba una panorámica de conjunto como la que aquí se nos ofrece. De este modo, el estudio del profesor García Fernández permite conocer el lugar real que el Canciller ocupa en la trayectoria familiar y en la vida pública del linaje, a través del análisis de cuatro aspectos fundamentales: los activos patrimoniales, políticos y familiares que D. Pero heredó de sus antepasados; el legado que el Canciller transmitió a sus descendientes; la tarea que desarrollaron sus descendientes en orden a mantener, consolidar o engrandecer el patrimonio y el prestigio que recibieron de él; y el protagonismo que cabe a la Casa de Ayala en el proceso de conformación de los reinos hispánicos.
El amplio y excelente estudio de Ernesto García se estructura en tres grandes capítulos: el primero de ellos está dedicado al estudio de la Casa de Ayala desde sus más remotos orígenes documentados hasta la gran figura de D. Fernán Pérez de Ayala, padre del Canciller; en el segundo se atiende al papel que desempeñaron los hijos y nietos de D. Pero para consolidar e incrementar el prestigio y fortaleza patrimonial del linaje; y el tercero traza la evolución del linaje desde mediados del siglo XV, cuando se hicieron con la dirección de la Casa de Ayala los García de Herrera, de Ampudia, hasta tiempos del reinado de Carlos I de España.
El primero de estos capítulos se inicia con el estudio del período más oscuro en la historia del linaje, que es el que corresponde a los siglos XI al XIII, sobre el que se conserva muy escasa documentación. De esta época inicial lo más relevante es, en opinión de Ernesto García, la expansión de los señores de la casa solariega de Salcedo sobre la casa solariega de don Vela, a quien se considera, de forma un tanto mítica, como el origen del linaje. Es entonces, en los siglos XII y XIII, cuando se configuró en torno al linaje Salcedo la supremacía de esta familia en la comarca de la Tierra de Ayala. Supremacía señorial y preeminencia social que Ernesto García considera que se sustentan en tres pilares fundamentales: en los derechos que los Salcedo tenían sobre pequeños monasterios e iglesias parroquiales de la comarca; en las relaciones de vasallaje que les unían con el señor de Vizcaya y con los monarcas castellanos, lo que posibilitó su introducción y paulatino ascenso político en la administración del reino de Castilla, así como su cada vez mayor influencia en la Cofradía de Álava; y una muy hábil política matrimonial, que les permitió emparentar con los principales linajes de la nobleza vizcaína, alavesa y guipuzcoana. Pese a todo, en los siglos XII y XIII los Salcedo eran uno más de los linajes solariegos con origen en la Tierra de Ayala; no contaban aún con la consideración de señores de la Tierra, pese a que contaban ya con unos referentes sociales superiores a los de otros caballeros de solar. Sin em- bargo, y como pone de relieve Ernesto García, la muerte sin descendencia legítima directa de Juan Sánchez de Salcedo y, probablemente también, una mala gestión del patrimonio y rentas del linaje puso fin al prometedor futuro de los Salcedo en la Tierra de Ayala.
Frente a la escasez documental para la historia del linaje de los Ayala en los siglos XI al XIII, la situación es muy distinta para los siglos XIV al XVI. La mayor abundancia de documentos permite observar entonces cambios de relevancia en la evolución histórica del linaje, que estará marcada desde comienzos del siglo XIV por la consolidación en la Tierra de Ayala de los Ayala toledanos, que se proclamaban descendientes de los Vela y los Salcedo. Sin embargo, como pone de manifiesto Ernesto García, será sólo a partir de D. Fernán Pérez de Ayala, padre del Canciller, cuando comience a existir un sentimiento de continuidad y de pervivencia en la historia del linaje; fue entonces cuando se estableció el sistema de mayorazgo, que obligó a hacer uso del apellido Ayala y de una simbología y heráldica propias del linaje. Hasta el momento en que lograron constituir una casa solariega reputada, los Ayala toledanos sustentaban su posición social en el servicio a los reyes e infantes reales. El abuelo del Canciller, llamado como él D. Pedro López de Ayala, fue quien consiguió el primer cargo de relevancia política, al ser nombrado lugarteniente del Adelantado Mayor de Murcia, y más tarde Merino Mayor de Guipúzcoa. Es un ascenso político de enorme importancia, que se sustentaba en el favor del infante don Juan Manuel, y en la esmerada formación político-administrativa de la que hacía gala D. Pedro López de Ayala.
Como se pone de manifiesto en este estudio, en el proceso de ascenso político y social de la Casa de Ayala ocupa un lugar destacadísimo el padre del Canciller, D. Fernán Pérez de Ayala, quien renovó el linaje y consiguió que escalara a la cima de la jerarquía de poder en la Tierra de Ayala. Entre sus logros mayores hay que destacar, sin duda alguna, la redacción del Fuero de Ayala, en el que se reglamentan las formas de gobierno y administración de los vecinos y moradores de la Tierra de Ayala. Por lo que respecta al linaje, señala Ernesto García que la redacción del Fuero permitió justificar la titularidad señorial de la Casa de Ayala sobre las gentes que habitaban la Tierra; de este modo, desde fines del siglo XIV los Parientes Mayores del linaje comenzaron a ser calificados en la documentación como titulares y señores de la Tierra de Ayala, lo que es una señal inequívoca de la preeminencia alcanzada en el conjunto de los señores de la comarca. Del mismo modo, D. Fernán impulsó una hábil política de alianzas matrimoniales, y administró con indudable acierto un gran patrimonio territorial, que logró incrementar aprovechando las épocas de inestabilidad económica. En definitiva, el papel desempeñado por el padre del Canciller en el proceso de consolidación y engrandecimiento del linaje es auténticamente insustituible; para Ernesto García, el programa de actuación socio-señorial desarrollado por D. Fernán puede sintetizarse, básicamente, en seis puntos, que se corresponden con otras tantas líneas de actuación: la adquisición de un amplio patrimonio inmobiliario y rentístico; el impulso de un ambicioso programa de construcciones, que tiene su mejor expresión en el con- junto arquitectónico de Quejana; la renuncia en sus sobrinos de sus derechos al patrimonio familiar en Murcia, lo que le permitió centrarse en el señorío alavés; la vinculación de los bienes procedentes del linaje de su mujer a los herederos de su hija Mencía de Ayala; la instauración en 1373 del mayorazgo en beneficio de su hijo D. Pero López de Ayala; y la redacción del Fuero de Ayala. La decidida voluntad de D. Fernán Pérez de Ayala de contribuir al fortalecimiento del linaje tiene otra de sus mejores expresiones en la redacción de su Libro del linaje de los señores de Ayala, del que ha realizado recientemente una excelente edición Arsenio Dacosta (El «Libro del linaje de los señores de Ayala» y otros textos genealógicos. Materiales para el estudio de la conciencia del linaje en la Baja Edad Media. Bilbao, 2007).
El segundo capítulo se centra en el estudio de la aportación de los hijos y nietos del Canciller Ayala a la consolidación e incremento del prestigio y poderío del linaje. Ernesto García pone de manifiesto cómo del tronco unitario del Canciller derivaron, en virtud de la instauración de dos mayorazgos distintos, dos linajes solariegos que iban a llevar rumbos diferentes: uno establecido en Toledo, que alcanzaría un gran poder e influencia en la ciudad y comarca toledanas, en particular en tiempos del nieto del Canciller, llamado también como él D. Pedro López de Ayala, quien en 1470 recibió del rey Enrique IV el título de Conde de Fuensalida; y el otro establecido en la Tierra de Ayala, que tuvo sus figuras más destacadas en D. Fernán Pérez de Ayala y D. Pedro López de Ayala, hijo y nieto, respectivamente, del Canciller, quienes lograron mantener la preeminencia y el poderío del linaje en tierras alavesas.
En el tercer capítulo, el profesor García Fernández estudia la evolución histórica del linaje Ayala desde mediados del siglo XV, cuando los García de Herrera se hicieron con el control de la Casa de Ayala, trasladando la sede solariega del linaje a la villa palentina de Ampudia. Centra su atención, en primer lugar, en el intento que en el año 1469 hizo García López de Ayala para adecuar el viejo Fuero de Ayala a las nuevas circunstancias del momento, adoptando asimismo diversas disposiciones con el fin de erradicar las luchas banderizas en la Tierra de Ayala. Una línea de actuación que prosiguió su hijo, Pedro López de Ayala, quien se esforzó por someter a los linajes solariegos más rebeldes. Es en este momento, a fines del siglo XV, cuando el linaje norteño de los Ayala consiguió el mayor reconocimiento político y social, de forma que en 1491 Pedro López de Ayala recibía de los Reyes Católicos el título de Conde de Salvatierra, en reconocimiento por sus servicios durante la guerra de Granada. De este modo, en la segunda mitad del siglo XV las dos ramas de los Ayala culminaban el proceso de ascenso social: en 1470 el linaje toledano recibía el título de Condes de Fuensalida, y en 1491 el linaje de Quejana recibía el título de Condes de Salvatierra.
Seguidamente, Ernesto García pone de relieve cómo esta época viene marcada por una creciente exacerbación de la hostilidad de los vasallos hacia los señores de la Casa de Ayala, y por la escisión que se produce en el linaje entre los que apoyaron la causa del rey Carlos I y los que, por el contrario, tomaron partido por la revuelta comunera; el triunfo del rey en 1521 dio lugar a la confiscación de todos los señoríos del Conde de Salvatierra, D. Pedro López de Ayala, apodado «el Comunero», entre ellos la villa de Salvatierra, que quedaría en manos de la corona.
En definitiva, los distintos linajes con origen en la Casa común de Ayala conocieron a lo largo de los siglos XIV y XV un considerable incremento de sus patrimonios y de su prestigio social, lo que obedece, en opinión de Ernesto García, a una acertada política matrimonial, a su inserción en el entramado del ejercicio del poder político en el reino de Castilla, y a su acierto a la hora de posicionarse para preservar su influencia en el conjunto del reino. Si a la acertada actuación del abuelo y del padre del Canciller debe la Casa de Ayala su encumbramiento social y político, es de justicia atribuir a D. Pero la consolidación del prestigio y de la grandeza del linaje, en lo que tuvo mucho que ver, sin duda alguna, su importante y dilatado protagonismo en la vida pública castellana, en los más diversos órdenes militar, político, administrativo y cultural. Estos tres destacados representantes del linaje pusieron las bases para que en la segunda mitad del siglo XV descendientes suyos alcanzaran los títulos de Conde de Fuensalida y Conde de Salvatierra.
La lectura detenida del trabajo de Ernesto García permite concluir que el linaje Ayala, a través de una amplia red familiar dispersa por distintas comarcas de la Corona de Castilla, dejó una huella profunda en la historia castellana, que puede observarse de forma nítida a través de la literatura, el arte, el patrimonio arquitectónico, o las fuentes documentales. Pero esto no es sino el resultado final del largo proceso histórico de nacimiento y desarrollo del linaje Ayala, que estudia de forma magistral el profesor Ernesto García Fernández en este completísimo y muy documentado estudio, que viene a cubrir una significativa laguna en la abundante bibliografía de que hasta ahora se disponía sobre los Ayala, y que no sólo será referencia fundamental para cuantos se interesan por la historia nobiliaria de la Castilla medieval, sino que también aporta multitud de noticias para la historia de la España de la Edad Media en su conjunto. Son también de destacar los numerosos y utilísimos mapas y cuadros genealógicos que acompañan al estudio, de los que también es autor el profesor García Fernández.
El excelente estudio histórico, con texto bilingüe en castellano y en vasco, se ve enriquecido con una magnífica y muy cuidada edición, en la que destaca una completísima colección fotográfica en color, que permite «viajar» mentalmente por las tierras en las que los Ayala desarrollaron una intensa actividad a lo largo de buena parte de la Edad Media.
Enrique CANTERA MONTENEGRO
UNED
You have requested "on-the-fly" machine translation of selected content from our databases. This functionality is provided solely for your convenience and is in no way intended to replace human translation. Show full disclaimer
Neither ProQuest nor its licensors make any representations or warranties with respect to the translations. The translations are automatically generated "AS IS" and "AS AVAILABLE" and are not retained in our systems. PROQUEST AND ITS LICENSORS SPECIFICALLY DISCLAIM ANY AND ALL EXPRESS OR IMPLIED WARRANTIES, INCLUDING WITHOUT LIMITATION, ANY WARRANTIES FOR AVAILABILITY, ACCURACY, TIMELINESS, COMPLETENESS, NON-INFRINGMENT, MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR A PARTICULAR PURPOSE. Your use of the translations is subject to all use restrictions contained in your Electronic Products License Agreement and by using the translation functionality you agree to forgo any and all claims against ProQuest or its licensors for your use of the translation functionality and any output derived there from. Hide full disclaimer
Copyright Universidad Nacional de Educacion a Distancia (UNED) 2007