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"El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco ¿A dónde vamos?, !oh amigos! Luego, ¿fue verdad?
La visión de los vencidos
Verso Náhualth del siglo XVI.
El dos de octubre de 1968, a las cinco y cuarenta y cinco de la tarde, dos luces de bengala surcaron el cielo encapotado formando un abanico verde, rojo y blanco como la insignia nacional. Segundos después, un confuso y multidireccional tableteo de ametralladora caería sobre los quince mil estudiantes que protestaban en la Plaza de las Tres Culturas contra el presidente Gustave Díaz Ordaz.
Los sobrevivientes suponen que esa fue la señal convenida por las autoridades para que «granaderos» y «halcones» entraran en acción. Sobre el número exacto de muertos siempre se tendió una cortina de silencio: mientras las cifras oficiales reconocieron treinta y cinco, el Comité Nacional de Huelga con la ayuda de familiares y condiscípulos sumó un total de trescientos desaparecidos, de cuya suerte final tres décadas después no se sabe casi nada.
Tan pronto se confirmaron los acontecimientos, una sensación de desconsuelo inundó el ambiente, como si el peso de la mitología revolucionaria se estuviera desmoronando sobre las espaldas de cada mexicano. La sociedad Io comprendió muy bien. Tlatelolco notificaba la imposibilidad de concebir un esquema de libertades politicas por fuera del modelo corporative de recompensas y lealtades instaurado por el partido único institucional.
De Tlatelolco a Tiennanmen
Sin el perfeccionamiento tecnológico que en 1989 permitió conocer la revuelta estudiantil de Tiennanmen casi en el mismo momento en que se producía, el 2 de octubre de 1968 la noticia de la masacre de Tlatelolco se regó como la pólvora. Cientos de periodistas de todo el mundo que alistaban sus equipes para transmitir los XIX Juegos Olímpicos, se vieron obligados a escribir sus primeras cronicas sobre el castigo ejemplarizante que el «Batallón Olimpia» le acababa de propinar a la muchachada universitaria que reclamaba apertura política, reformas al codigo de justicia, la desaparición del Cuerpo de Granaderos y la destitución del jefe de la policía del Distrito Federal.
El efecto de la represión fue exactamente el contrario al que se buscaba. Los reportes noticiosos de periodistas duchos en las guerras de Indochina y del Oriente Medio -"nunca he visto disparar así sobre una multitud",...