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1. Introducción
1.1. Antecedentes y justificación
Si un texto puede rivalizar con el Quijote como enseña de la literatura española del Siglo de Oro es La Celestina, apodado así por su protagonista, como la obra de Cervantes. Ambos títulos son emblemáticos hasta el punto de haberse incorporado al diccionario de la Real Academia Española. En la Tragicomedia de Calisto y Melibea (1502), Fernando de Rojas reelaboró la Comedia de Calisto y Melibea escrita a su vez a partir de un primer texto previo de 1499 (Rodríguez, 1996: 5). Sus ediciones se multiplicaron pronto dentro y fuera de España, traduciéndose primero al italiano (1506) y después al alemán (1520), al francés (1527), al holandés (1550) y al inglés (1631) (Rodríguez, 1996: 91; Fernández: 2005: 36; Ardila, 1998: 36). Por esto fue el texto literario más extendido en Europa a lo largo del siglo xvi (Küpper, 2018: 94), convertido en best-seller antes que el mencionado Quijote.
Todo ello aun no siendo considerado un texto teatral, en el sentido pleno del término, por autores que, a causa de su inusual estructura, proponen su catalogación sui generis como «poema dramático» (Menéndez Pelayo, 2014: 490) o «novela dialógica» (Šabec, 2008: 205). María Rosa Lida de Malkiel, por su parte, la caracteriza como «comedia humanística»:
Y, en efecto, La Celestina comparte con la mayoría de las comedias humanísticas la forma en prosa, la división clásica superpuesta a un concepto de secuencia dramática no clásico sino medieval, los recursos técnicos de la comedia romana a la vez que los agregados a esta: acotación implícita, monólogo en boca de personajes bajos, uso verosímil del aparte y, muy señaladamente, concepción fluida e impresionista de lugar y tiempo, que con razón ha desconcertado a cuantos abordaron La Celestina partiendo del teatro de la Antigüedad o de la Edad Moderna, y no del medieval (2001: 162).
Estas características reflejan los mecanismos dramáticos presentes en la obra, cuya teatralidad1 se ha puesto de manifiesto a lo largo de la historia, como defienden De Miguel (1996) y Bastianes (2016), por ser uno de los clásicos áureos más representados y con mayor éxito. Reafirmar esto desde la contemporaneidad es el primer objetivo del análisis de una de sus puestas en escena: la estrenada por el director canadiense...