Resumen: Recientemente, se ha cumplido medio siglo del fallecimiento de Gala Martínez de Castro (1871-1964), último miembro de la familia ilustre fundada por la escritora Rosalía de Castro (1837-1885) y el historiador Manuel Martínez Murguía (1833-1923). A través de estas líneas, pretendemos no solo evocar la figura de esta mujer, sino también exponer algún aspecto desconocido de su biografía.
Palabras clave: Rosalía de Castro, Posromanticismo, Manuel Murguía, literatura de mujer.
Abstract: Recently, it has completed half a century of the death of Gala Martínez de Castro (1871-1964) is met, last member of the family founded by the illustrious female writer Rosalía de Castro (1837-1885) and the historian Manuel Martínez Murguía (1833-1923). Through these lines, we intend not only to remember the figure of this woman, but also expose some unknown aspect of her biography.
Key words: Rosalía de Castro, post-Romanticism, Manuel Murguía, women's literature.
(...) la fuente vieja, Platero, donde tantas veces me has visto parado tanto tiempo, encierra en sí, como una clave o una tumba, toda la elegía del mundo.
Juan Ramón Jiménez, Platero y yo
Tú, que me escuchas, si el oído aplicas al dulce cuento de este gran Viaje, cosas nuevas oirás de gusto ricas.
Miguel de Cervantes, Viaje del Parnaso
DEL NACIMIENTO A LA VIUDEZ
Gala Martínez de Castro fue la tercera hija del matrimonio formado por la compostelana Rosalía de Castro y el coruñés Manuel Martínez Murguía. Nació el 2 de julio de 1871 en Lestrobe1, lugar de la parroquia coruñesa de Santa María de Dodro. Su bautismo tuvo lugar dieciocho días más tarde y fue inscrita con los nombres de Gala Blanca Eleonora. Al igual que sucedía con sus hermanos, la elección de estos apelativos, y no otros, dejaría a la vista el rasgo inequívoco y corroborativo de la tendencia de Rosalía y de su esposo hacia aquellos con sonoridad agradable y reminiscentes, como algún crítico ha apuntado ya (Risco 1976: 20).
En cuanto a la preferencia por el nombre Gala, Juan Naya Pérez comentaba al respecto que estando Rosalía en Simancas (Valladolid) «oyó que una mujer llamaba Galita a una niña. Tanto le gustó el nombre que se propuso ponérselo a la primera niña que tuviese» (Naya 1998: 152). Por nuestra parte, sugerimos una hipótesis sobre la presencia del apelativo Eleonora en su inscripción bautismal. Cabe la posibilidad de que la conocida escritora estuviese influenciada por el nombre del relato corto titulado Eleonora (1842) del estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849). No sería esta la única concomitancia entre ambos; sospechosamente Rosalía decidió ponerle el nombre de Berenice a la protagonista femenina de su última novela, El primer loco (1881), y Poe es autor de un cuento denominado Berenice (1835).
A mayores, habría que tener en cuenta que Poe fue una figura preferente para la prestigiosa compostelana tanto poética como narrativamente, detalle que no le pasó desapercibido al crítico Ricardo Carballo Calero, quien esclarecía lo siguiente: «Aunque sin cultura sistemática superior, Rosalía fué mujer de copiosas lecturas. Según Murguía, sus poetas eran Byron, Lérmontov y Poe; sus novelistas, Poe y Hoffmann» (Carballo 1957: 197). Por si quedase alguna duda en este sentido, era la propia Rosalía la que declaraba tener predilección literaria por el norteamericano, tal y como figura en una carta remitida a su marido: «He leído ayer un cuento de Poe, precioso aunque sencillo. Allí comprenderás que era poeta. Otro que he leído de él, de un género opuesto, se parece al modo de escribir de Larra» (Castro 1993: 2, 602).
Como no podría ser de otra forma, máxime admitiendo un cierto grado de compatibilidad con el asunto onomástico ya explicado, semeja adecuado difundir la inscripción bautismal literal de Gala, algo inédito hasta la fecha:
En la Iglesia Parroquial de S.ta Maria de Dodro á veinte de Julio de mil ochocientos setenta y uno: Yo D. Fran.co de Pazos Pobo Cura Economo dela misma bauticé solemnemente y puse los Santos Oleos á una Niña que nació alas tres dela mañana del dia dos del corriente, hija legitima de D. Manuel Murguía y D.a Rosalía Castro vecinos dela Coruña: Abuelos paternos D. Juan Martínez Castro y D.a Concepcion Murguía, el primero de la Ciudad de Santiago y la segunda de Oyaraún, Guipuzcoa; Maternos D.a Teresa de Castro y Abadía, oriunda de Padron pusele por nombre Gala Blanca Eleonora fueron sus padrinos D. Ramon Campio Hermida vecino de Lestrove de estado soltero y D.a Alejandra Murguia hermana dela recién bautizada aquienes advertí lo que previene el Ritual Romano. Y para que conste lo firmo. Fran.co de Pazos2.
El siguiente dato conocido en la biografía de Gala es su matrimonio tardío con el publicista madrileño Pedro Izquierdo Corral (1875-1942), acto que tuvo lugar en el santuario coruñés de la Virgen de la Pastoriza el 30 de marzo de 1922, diez meses antes del fallecimiento de Manuel Murguía. En este lugar había sido cristianado el patriarca del clan, puesto que, curiosamente, su madre se dirigía a esta ermita, cuando se le adelantó el parto3.
Varios diarios de la época, no solo gallegos, sino también madrileños, trataron la noticia del enlace de Gala Martínez con Pedro Izquierdo. Veamos tres ejemplos:
En el santuario de Pastoriza, de Coruña, se celebró ayer el enlace matrimonial de la bella señorita Gala Murguía y de Castro, hija del historiador y de la inolvidable poetisa de Galicia, Rosalía, con el profesor y director de un colegio de Madrid, don Pedro Izquierdo y Corral.
Les deseamos muchas felicidades. (El Compostelano, 31/3/1922)
Se verificó en el célebre santuario de Pastoriza la boda de la señorita Gala Murguía, hija del presidente de la Real Academia gallega y de la inmortal poetisa Rosalía Castro, con don Pedro Izquierdo Canal, vecino de Madrid. (El Globo, 6/4/1922)
También ha tenido lugar la boda de la señorita Gala Murguía y de Castro con don Pedro Izquierdo y Corral.
Fueron apadrinados por doña Alejandra Murguía, hermana de la novia, en representación de la condesa del Valle de Oselle, y por D. Andrés Martínez de Salazar, en nombre del padre del novio.
Bendijo la unión el padre D. Claudio Suárez, cura párroco de Pastoriza, y actuaron como testigos D. Isolino de Blas y D. Arturo Hermida.
El nuevo matrimonio ha emprendido su viaje de novios por algunas provincias del Norte. Hacemos Dios por su eterna felicidad y ventura. (La Libertad, 6/4/1922.)
Pedro Izquierdo se había licenciado en Ciencias por la Universidad de Madrid y se distinguió, entre otras cosas, por su alta capacidad para las matemáticas. Asimismo uno de sus ex alumnos, Juan Naya, contaba que «sus trabajos literarios y documentales acerca de la nacionalidad de Colón le crearon un gran ambiente en las letras españolas» (Naya 1998: 156).
En este orden de cosas, su labor investigadora sobre temática colombina quedó ampliamente demostrada a lo largo de los años. Así, por ejemplo, el artículo «Colón es gallego» vio la luz en El Diario de Pontevedra (29/8/1926) y, en el mismo periódico, dos años más tarde, el titulado «Los documentos sobre Colón» (21/11/1928). Izquierdo se convertía, por tanto, en un continuador fervoroso de la teoría que defendía el origen gallego de Colón, tesis que ya había sostenido anteriormente el pontevedrés Celso García de la Riega (1844-1914), autor de la obra Colón, español. Su origen y patria (1914), publicada por Sucesores de Ribadeneyra en Madrid.
Posteriormente se abrió una suscripción popular en Pontevedra para imprimir su obra Cristóbal Colón español por Galicia y gallego por Pontevedra (1935)4, editada por Roel en A Coruña. Entre los numerosos partidarios de esta teoría, en la que se aseguraba que el histórico almirante habría nacido en la ciudad del Lérez, destacaba el maestro y escritor pontevedrés Gerardo Álvarez Limeses (1871-1940), quien escribiría el epílogo de esta obra de Izquierdo.
Pese a su valía investigadora en este tipo de asuntos históricos, Naya no dejaba de reconocer que a Pedro Izquierdo le había faltado destreza, y sobrado torpeza, a la hora de redactar las polémicas «Notas del corrector» de las Obras Completas de Rosalía de Castro (1925), publicadas por Páez en Madrid, con prólogo de la coruñesa Francisca Herrera Garrido (1869-1950). Con tal motivo, el conocido crítico llegaba a revelar que la relación entre Gala y su hermana Aura se había resentido temporalmente a raíz de este episodio5.
Tiempo después se sabría que Manuel Murguía, poco antes de expirar, le había manifestado a su amigo César Vaamonde Lores6 su preocupación por su hija Gala, puesto que con cincuenta y un años estaba embarazada, lo que suponía algo más que un riesgo para la salud de madre e hijo. De esta cuestión, nada más se supo. Ni siquiera se ha llegado a conocer si Gala dio a luz o no. El 12 de febrero de 1923, César Vaamonde le escribía a Julio Dávila Díaz7 para darle la triste noticia de la muerte del historiador:
El día 30 de Enero, pasé con él toda la tarde y decía que se encontraba muy bien de salud, pero que tenía una tristeza y una preocupación contante que le amargaba la vida desde que supo que su hija Gala estaba embarazada, pues primeriza, y a la edad de 50 años, temía que quedase en la demanda. Esta pena se le aumentó con haber roto una pierna, tres o cuatro días antes, su yerno, el marido de Gala. Tenía momentos de tristeza, y de buen humor. (Seoane 2000: 434.)
En 1938, Gala volvía a ser un motivo de inquietud para aquellos que defendían los intereses de Galicia, tanto dentro como fuera del país, debido a su situación económica deficitaria. En marzo del año anterior, fallecía su hermana Alejandra, que residía con Gala y Pedro en el domicilio coruñés de San Agustín. Era la primogénita de la célebre escritora, a quien, tras fallecer Murguía, el Centro Gallego de La Habana acordaba concederle la mitad de la pensión vitalicia con la que habían satisfecho a su padre durante años, «en atención a su edad sexagenaria y a ser la única hija soltera del matrimonio más grande de Galicia»8. De tal forma, conscientes de la existencia de menos ingresos en la familia, se iniciaron entonces las peticiones para ayudar económicamente a Gala y a su esposo.
Con tal finalidad, en agosto de 1938, la Real Academia Gallega se dirigió a las corporaciones provinciales y municipales de las principales ciudades gallegas, solicitando ayuda económica para Gala. Sabemos que en la sesión de la comisión municipal permanente del Ferrol «Se dió cuenta de un escrito del secretario de la Real Academia Gallega, sobre situación actual de doña Gala Murguía y Castro, acordándose concederle 500 pesetas anuales» (El Pueblo Gallego, 19/8/1938).
Igualmente, en la sesión de la comisión municipal permanente de Santiago de Compostela, se aceptó la iniciativa de la Diputación provincial, acordándose «contribuir con la cantidad mensual de quince pesetas a la pensión con que se atenderá por toda Galicia a doña Gala Murguía de Castro, hija de la excelsa poetisa, hija de esta ciudad, Rosalía Castro» (El Compostelano, 15/9/1938).
Sin embargo, sus circunstancias empeorarían. El año de 1942 fue probablemente de los más aciagos de su dilatada vida. En pocos meses sufrió la pérdida de su hermana Aura9, quien vivía en Carmona (Sevilla), y también la de su esposo, este fallecido en A Coruña. Se convertía, por tanto, en la última hija viva del matrimonio formado por Rosalía de Castro y Manuel Murguía, un hecho que marcaría los últimos años de su existencia.
DE LA VIUDEZ AL FALLECIMIENTO
Un septenio tendría que pasar para volver a tener noticias públicas acerca de Gala, lo que nos sitúa en 1949, por cierto, un año bastante desafortunado10. En el mes de abril, a pocos meses de cumplir setenta y ocho años, sufrió una rotura de fémur de la pierna derecha. Como había sucedido en otras ocasiones, algunos de sus más allegados se preocuparon de que tuviese todas las atenciones que merecía. Reuniéndose la Junta de Gobierno de la Real Academia Gallega, se acordó, entre otros asuntos, lo siguiente:
Se hizo constar el sentimiento producido por el accidente que sufrió últimamente doña Gala Murguía Castro hija, de los esclarecidos don Manuel Murguía y doña Rosalia Castro, adoptándose las medidas pertinentes al objeto de que dicha señora, única hija superviviente de aquél glorioso matrimonio, esté perfectamente atendida en éste sensible percance. (La Noche, 12/4/1949.)
Se podría decir que, desde este momento, Gala comienza a ejercer una vida más pública, acaso consciente de portar en su memoria un extraordinario y valioso acervo cultural que ya solo ella podía transmitir. Estando en la clínica coruñesa donde fue operada de su lesión en la pierna, le concedió una entrevista informal a Manuel Roldán, quien titularía la conversación con ella como «La hija de Rosalía Castro, evoca en una clínica de La Coruña varios sucesos de su vida», publicada en el diario compostelano La Noche el 9 de abril de 1949. En esta, una Gala inquieta relataba, entre otras cuestiones, que la única prenda de vestir que conservaba de su madre, «una especie de chaquetón entallado y con muchos botones», se la había arrebatado «un célebre pintor gallego, ya fallecido, que me convenció de que iba a pintar el retrato de mi madre». Comentaba que, desde el día en que apareció en su casa de San Agustín, prometiéndole un retrato exacto de Rosalía, «no he vuelto a saber del cuadro, ni del chaquetón»11. También, en este diálogo con el periodista, daba a conocer sobre las pertenencias de Rosalía que «todo se lo había dado a la criada antes de morir ¡incluso la cama!».
En julio de 1949, se constituía el Patronato Rosalía de Castro en Santiago de Compostela y, lógicamente, Gala fue nombrada consejera de honor. En septiembre del año siguiente, esta fundación organizaba un acto para homenajear a Rosalía y al que su hija no faltó. Viajó desde A Coruña hasta Santiago de Compostela para, primeramente, asistir a una misa celebrada en el ex convento de San Domingos de Bonaval, en donde visitaría la tumba de su madre. Seguidamente, ella y los miembros del Patronato se dirigieron a la casa de A Matanza (Padrón), lugar al que no había vuelto desde el fallecimiento de la eximia escritora en 1885. Allí recorrió la casa recién comprada por el Patronato, comentando la distribución original de las estancias y detallando que «en el cuarto de las hijas, tenia la cantora su humilde oratorio y su sencillo bufete. Allí rezaba y escribía» (García Domínguez 1950). En el jardín de la casa, Gala recordó que «bajo unos árboles que ya desaparecieron, se obtuvo de mi madre la última fotografía. Fue un día como hoy, del mes de septiembre, de 1884. Aun recuerdo como nos agrupamos» (Sumio 1950).
Por otra parte, con motivo de la inauguración de un monumento en homenaje a Rosalía en Oporto12, Gala viajó a esta ciudad portuguesa en agosto de 1954. Agradecida por el acto con el que se honró la figura de su madre, donó a la Cámara Municipal de Oporto el poema autógrafo de Rosalía titulado «A Pilar Castro y Alván» (1884)13.
En julio de 1955, Gala recibía la visita de la hispanista Janet H. Perry, profesora de español en el King's College y en la Universidad de Londres, quien se había desplazado a A Coruña «con el fin de estudiar la personalidad de nuestra gran poetisa Rosalía Castro cuyos versos traduce directamente del gallego con verdadero acierto e inspiración» (La Noche, 7/7/1955).
En mayo de 1956, se acordó nombrar a Gala miembro de honor de la Real Academia Gallega. Igualmente, en julio, volvió a asistir a la ofrenda dedicada a su madre en San Domingos de Bonaval y, de nuevo, viajó hasta Padrón para recorrer algunos de los lugares relacionados con la biografía de Rosalía.
Al año siguiente, tenía lugar un encuentro histórico entre las hijas supervivientes de dos de las escritoras gallegas más universales, esto es, Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán (1851-1921). El 18 de agosto de 1957, Gala visitaba a María de las Nieves Blanca Quiroga Pardo Bazán (1879-1970) en su domicilio de la coruñesa calle de las Tabernas, hoy sede de la Real Academia Gallega. Parece ser que la hija de Emilia Pardo Bazán aguardó en las escaleras la llegada de Gala, momento en el que comenzó a recitar «aquellos admirables versos que Rosalía puso en el abanico de Emilia Pardo Bazán» (Naya 1998: 157)14.
También, aprovechando la efeméride de la celebración de la Pascua en Padrón, Gala asistía a la inauguración del monumento dedicado a su madre en el paseo del Espolón de Padrón el 23 de abril de 1957, donado por los emigrantes de esta villa residentes en Uruguay.
Por su parte, en 1958, con motivo de cumplirse el centenario de la boda de Rosalía de Castro y de Manuel Murguía, se organizaron diversos actos para homenajear al célebre matrimonio. Su hija asistió al descubrimiento de la lápida colocada en la fachada de la casa número trece de la madrileña calle de la Ballesta, en la que su madre vivió desde su llegada, en 1856, hasta la fecha de su enlace.
Aunque le gustaba decir que el secreto de su longevidad era no haberle inoculado en su cuerpo ninguna inyección, Gala fallecía a los noventa y dos años en su domicilio coruñés de San Agustín. Veamos la siguiente necrológica15:
Atardecía el sábado en San Amaro cuando unos pocos amigos coruñeses -ella no quiso que su entierro fuese anunciado- acompañábamos hasta la fosa la levedad física, ya carne mortuoria, de doña Gala Murguía de Castro, la nonagenaria hija superviviente de aquel fabuloso matrimonio que constituyeron nuestro polígrafo y nuestra cantora.
Ante nosotros responsó el clero, el ataúd fue descendido a la sepultura, y la gruesa y pesada losa de granito volvió a cerrar la yacija. Hasta la resurrección de los muertos, allí dentro quedaba, salvo la madre, todo lo que hasta ayer restaba, en carne humana, del connubio de don Manuel y Rosalía: don Manuel, Alejandra, Amara, Aura, Gala y Ovidio. (Ovidio, el hermano venido al mundo igual que Gala: el día 2 de julio de 1871, en Lestrove).
Nadie hay ya en el mundo de la sangre de Rosalía ni de la sangre de don Manuel. Sólo ese revoltijo de huesos en el sepulcro de San Amaro. Salvo Rosalía, seca de lágrimas en Santo Domingo de Bonaval. (Bugallal 1964.)
Gala había otorgado su testamento catorce años antes. Su deseo era que los derechos de propiedad de Cantares gallegos (1863) y de Follas novas (1880) fuesen a la Real Academia Gallega, y los derechos del resto de la obras de su madre los utilizase la Diputación Provincial de A Coruña para atender las necesidades de niños necesitados, huérfanos e hijos de escritores gallegos relevantes. También cedía a la Real Academia Gallega los derechos de propiedad de las obras de su padre Galicia e Historia de Galicia, mientras que los de las restantes obras pasaban al Ayuntamiento de A Coruña para atender las necesidades de los niños enfermos de tuberculosis, gesto este último fácil de relacionar con la muerte de su gemelo Ovidio.
A parte de esto, los vestigios materiales de Gala Martínez de Castro se pueden encontrar actualmente en el Museo de Bellas Artes de A Coruña. Allí se hallan tres jarrones de porcelana pintada a mano, de la segunda mitad del siglo diecinueve que, en su momento, le fueron comprados.
GALA VISTA POR SUS CONTEMPORÁNEOS
Algunas voces críticas, que la conocieron y trataron, tuvieron la pericia de dejar por escrito algunas referencias a su persona y a su personalidad, algo que es de agradecer, pues, de lo contrario, mucho nos tememos que la figura de la hija más longeva del insigne matrimonio De Castro-Murguía quedaría en el olvido.
Según Victoriano García Martí, Gala tenía especial interés en corregir algunas incertezas acerca de su madre: «No, por Dios. Desmienta usted que mi madre era triste. Era alegre, muy alegre, y extremadamente acogedora y simpática» (García Martí 1977: CL). El día que la conoció, por mediación de Juan Naya, el conocido crítico percibió inicialmente que era «recelosa ella por tantas y tantas noticias tendenciosas y equivocadas que respecto a su madre han publicado muchos de los que se le han acercado» (García Martí 1977: CXLIX-CL). Decía García Martí que «enfádase doña Gala con los que atribuyeron a su madre un carácter sombrío, con los que rebajaron el dolor de Rosalía a un tono plebeyo» (García Martí 1977: CL-CLI). En cuanto a su presencia física, apuntaba que era «Más bien alta que baja, pelo muy negro, encrespado, frente despejada y perfecta, cara atractiva, ojos vivos y una mirada brillante» (García Martí 1977: CL).
Una información muy similar nos la transmitía Victoria Armesto. Describía a la hija de Rosalía como «delgada y de rostro intenso con ojos negros» (Armesto 1977), al tiempo que recordaba una entrevista que le había hecho entorno a 1946 o 1947 y en la que Gala ya le habría revelado lo siguiente: «Me dijo que era falso que su madre fuera una mujer triste, llorona y abatida por el dolor. Ella realmente la recordaba como una mujer muy alegre y siempre tocando la guitarra» (Armesto 1985).
Por su parte, José Caamaño Bournacell declaraba que había conocido «a doña Gala allá por el año 1944, por mediación de Juan Naya» (Caamaño 1968: 99). Recuperaba de su memoria entonces la cantidad de «correcciones a afirmaciones gratuitamente atribuidas a ella o a su madre» y, sobre todo, certificaba la fuerza de su carácter al pedirle que «Diga usted que son unos majaderos y unos mentecatos. ¡Atreverse a escribir que yo dije!» (Caamaño 1968:100). Véase la siguiente semblanza sobre ella:
Simpática por naturaleza, espíritu anhelante, ojos vivaces y sonrisa de gran expresividad en un rostro ovalado, coronado por una frente noble y despejada, que sombreaba un espeso pelo azabache, la imagen y la figura espigada de doña Gala evocaba siempre en nosotros la presencia rosaliana, que parecía asomarse a través de su sonrisa y de sus palabras fluidas. (Caamaño 1968: 100.)
El testimonio veraz de Juan Naya, avalado por una buena amistad con la familia desde que esta se había instalado en A Coruña -su madre había sido la modista de Gala y de sus hermanas-, nos proporciona las últimas pinceladas del retrato simbólico de Gala: «Fue una señora nobilísima, cariñosa, simpática, alegre siempre pese a las enormes tristezas porque tuvo que pasar» (Naya 1998: 155).
1 Compartió parto con su gemelo Ovidio, conocido pintor que falleció de tuberculosis en A Coruña en 1900. Primero nació Gala a las tres de la madrugada, y media hora después lo hacía Ovidio Emmanuel.
2 Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela. Parroquia de Santa María de Dodro.
3 Por casualidades de la vida, a Murguía tuvieron que transportarle en volandas para acceder a la capilla, ya que tenía una dolencia en una de sus piernas que le impedía caminar. Parece ser que su sentido del humor al respecto le llevó a decir lo siguiente: «Tiene gracia. Las dos veces que entré en esta iglesia tuvieron que traerme en brazos. Cuando me bautizaron y... ahora que voy a morirme» (Naya 1998: 156).
4 Se puede leer en la portada el subtítulo siguiente: Libro de «documentos» y «hechos»; Limpio de hipótesis e interpretaciones. Solo material que viene empleándose treinta años hace acerca de este problema histórico. Refutación a trabajos de académicos, hecha con documentos custodiados en la Academia.
5 En este contexto, Manuel Lugrís Freire (1863-1940) exhibió una pluma rápida para zaherir y, sin embargo, lenta para elogiar o, en su defecto, disculpar, dedicándole a Pedro Izquierdo unas excesivas y severas palabras en su artículo «Galicia aldraxada por un dondo», publicado en A Nosa Terra (1/7/1925).
6 Renombrado historiador nacido en 1867 y fallecido en 1942. Fue miembro de la Real Academia de la Historia. También ocupó los cargos de archivero y bibliotecario de la Real Academia Gallega, institución fundada, entre otros, por su hermano Florencio (1860-1925).
7 Nació en Ortigueira (A Coruña) en 1871 y falleció en 1971. Como otros muchos, emigró en su juventud a América, en donde fundó la Asociación Protectora de la Real Academia Gallega de Buenos Aires, con la finalidad de dar apoyo económico a las actividades que dicha Academia realizaba en Galicia. Su prolífica labor investigadora le condujo a ser nombrado miembro de la Real Academia Gallega en 1920, aunque su ingreso no se hizo efectivo hasta 1927, momento en el que ya había fijado su residencia en Galicia.
8 Leemos esta noticia en el diario pontevedrés El Progreso, 29 de agosto de 1923. Una información idéntica aparece también en El Compostelano, 28 de agosto de 1923.
9 Sobre esta hija, puede verse García Vega (2012).
10 En septiembre de 1949, su cuñado, Francisco Prats Pérez, fallecía en Carmona (Sevilla). Al respecto, hemos localizado la siguiente noticia publicada en un diario gallego: «Se han recibido noticias de que en Carmona (Sevilla) y a los 82 años de edad, falleció don Francisco Prats Pérez, hijo político de la inmortal poetisa gallega Rosalía de Castro y del patriarca de las letras gallegas, don Manuel Murguía. Era viudo de dona Aura, segunda hija del matrimonio. Estaba jubilado de su empleo de interventor de fondos municipales de Carmona. Dotado de gran cultura y con grandes inquietudes científicas y literarias, había publicado diversos monogramas, destacando uno muy interesante y documentado sobre la Necrópolis romana de Carmona. En La Coruña pasaba algunas temporadas y recientemente había venido cuando su hermana política, doña Gala Murguía, sufrió la fractura de una pierna» (La Noche, 22/9/1949).
11 Por desgracia, no sería un hecho aislado. Años más tarde, otro amigo de lo ajeno se llevaba «de la biblioteca de doña Gala Murguía otro recuerdo. Como los anteriores, dejó casi vacía una estantería» (Hoja del Lunes, 1/1/1962).
12 Obra del escultor portugués Salvador Barata Feyo (1899-1990).
13 Poema que se encontraba entre los escritos dispersos propiedad de Gala. Por lo visto, Naya se lo habría facilitado a Victoriano García Martí para que este lo publicase «en el apéndice de la tercera edición de las OBRAS COMPLETAS, editadas por M. Aguilar, Madrid, 1952» (Naya 1953: 17).
14 Juan Naya se refería al poema de Rosalía dedicado a Emilia y titulado «En el abanico de Emilia Pardo Bazán»: «Mimada pó-las musas / servida pó-las grasias / c'un corazon que vive d'armonías / nobre cantora d'as gallegas prayas, / ben merecés reinar como reinades, / manífica, ausoluta soberana» (Revista de Galicia, 25/5/1880).
15 La noticia sobre su fallecimiento fue recogida por contados medios de comunicación. A parte del diario aludido en el cuerpo del texto, hallamos necrológicas sucintas en la edición andaluza de Abc (19/1/1964), en El Pueblo Gallego (19/1/1964) y en la revista habanera España Republicana (15/2/1964).
BIBLIOGRAFÍA
Armesto, V. (1985) «Recuerdos vivos de Rosalía», La Voz de Galicia, 28/7.
Bugallal, J. L. (1964) «Mentidero del país», Hoja del Lunes, 20/1.
Caamaño, J. (1968) Rosalía de Castro, en el llanto de su estirpe, Madrid, Biosca.
Carballo, R. (1957) «Rosalía y otros», Cuadernos de Estudios Gallegos, 37, pp. 196-212.
Castro. R. de (1880) «En el abanico de Emilia Pardo Bazán», Revista de Galicia, 25/5. - (1993) Obras completas de Rosalía de Castro, Madrid, Turner, 2 vols. Edición de Marina Mayoral.
García Domínguez, R. (Borobó), (1950) «Día de Gala», La Noche, 11/9.
García Martí, V. (1977) «Rosalía de Castro o el dolor de vivir», Obras completas de Rosalía de Castro, Madrid, Aguilar, vol. 1.
García Vega, L. (2012) «Rosalía de Castro, Manuel Murguía, su hija Aura y el contexto revolucionario de 1868», Madrygal, 15, pp. 67-76.
Naya, J. (1953) Inéditos de Rosalía, Santiago de Compostela, Patronato Rosalía de Castro. - (1998) Estudios acerca de la familia Murguía-Castro, A Coruña, Diputación Provincial.
Risco, V. (1976) Manuel Murguía, Vigo, Galaxia.
Seoane, I. (2000) «César Vaamonde fala dos últimos días de Manuel Murguía», Grial, 147, pp. 431-439.
Sumio, J. de (1950) «Visita de la hija de Rosalía a la casa de su madre», La Voz de Galicia, 12/9.
Lucía García Vega
Investigadora independiente
Recibido: noviembre de 2014. Aceptado: enero de 2015
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Copyright Universidad Nacional de Educacion a Distancia (UNED) 2015
Abstract
Abstract: Recently, it has completed half a century of the death of Gala Martínez de Castro (1871-1964) is met, last member of the family founded by the illustrious female writer Rosalía de Castro (1837-1885) and the historian Manuel Martínez Murguía (1833-1923). Igualmente, en la sesión de la comisión municipal permanente de Santiago de Compostela, se aceptó la iniciativa de la Diputación provincial, acordándose «contribuir con la cantidad mensual de quince pesetas a la pensión con que se atenderá por toda Galicia a doña Gala Murguía de Castro, hija de la excelsa poetisa, hija de esta ciudad, Rosalía Castro» (El Compostelano, 15/9/1938). En julio de 1955, Gala recibía la visita de la hispanista Janet H. Perry, profesora de español en el King's College y en la Universidad de Londres, quien se había desplazado a A Coruña «con el fin de estudiar la personalidad de nuestra gran poetisa Rosalía Castro cuyos versos traduce directamente del gallego con verdadero acierto e inspiración» (La Noche, 7/7/1955). A parte de esto, los vestigios materiales de Gala Martínez de Castro se pueden encontrar actualmente en el Museo de Bellas Artes de A Coruña.
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