Resumen
Los procesos culturales de los pueblos rurales de América Latina en cuanto a su parte inmaterial, están íntimamente relacionados con la memoria colectiva y/o social, la cual puede fungir, entre otras cosas, para afianzar la transmisión de leyendas creadas por la sabiduría popular por medio de la tradición oral. En los llanos centro-occidentales venezolanos a lo largo de más dos siglos se ha diseminado cantidad de leyendas que cuentan la aparición de espíritus que vagan por las sabanas solitarias, sobre todo en las noches de mayor oscuridad; los llamados "espantos de la sabana" son las almas de antiguos pobladores, ya conocidos, que deambulan pidiendo oraciones para su descanso eterno, o por no poder encontrar la paz que procuran. Dichas narraciones, al pasar de generación en generación forman parte de la identidad llanera y son incluidas en la literatura nacional; en el presente artículo se destaca esta característica colocando como ejemplo la novela de Rómulo Gallegos, Cantaclaro, así como coplas populares o aquellas recopiladas por Alberto Arvelo Torrealba para establecer el enlace existente entre la creación y transmisión de las leyendas y la religiosidad de dicha cultura.
Palabras clave: Espantos de la sabana. Leyendas populares. Llanos centro-occidentales venezolanos. Religiosidad.
Abstract
Cultural processes of rural populations in Latin America while its immaterial dimension, are closely related to social and collective memory, which can serve, among other thins, to strengthen the transmission of legends created by wisdom through oral tradition.
In the plains of the Midwest Venezuelan, during more than two centuries, were heard many legends that tell the apparition of spirits which roam the savannas lonely, especially on the darkest nights. These "ghosts of Savannah" are the souls of old settlers who roam (roam) because they can not find peace or because they are asking for prayers for his eternal rest. These stories from generation to generation are part of the identity of the plains and are included national literature. This article emphasizes this feature, taking as an example the novel by Romulo Gallegos, as well as popular songs or those compiled by Alberto Arvelo Torrealba to establish the link between the creation and transmission of legends and religion of that culture.
Keywords: Ghosts of savannah. Popular legends. Western-central Venezuelan plain. Religiosity.
A modo de introducción
Los pueblos llaneros de Venezuela dentro de sus procesos culturales inmateriales tienen una serie de leyendas que han heredado de generación en generación, las cuales devienen de sucesos que involucran personas pertenecientes a la propia comunidad, quienes después de muertos deambulan por las sabanas, buscando, asustando o ayudando a viajeros y moradores. Dichas leyendas se han extendido a lo largo de la historia local y/o nacional posesionándose en coplas, músicas, además de otras manifestaciones de carácter popular, pero de igual manera han sido tomadas por escritores de literatura, tal el caso de Rómulo Gallegos, al esbozar en varias de sus novelas estas característica de la identidad llanera, en la que los llamados "espantos de la sabana" juegan, incluso hoy en pleno siglo XXI, un rol preponderante en la construcción contemporánea de una tradición que se vincula con la fe y la memoria colectiva y/o social, para dar paso a una gama de características propias de la "llaneridad", tal como se verá a continuación.
1 Un aire sin transparencia flota sobre la sabana
Tu palabra es la verdad
Juan 17:17
La distribución geográfica de la región llanera centro-occidental venezolana se ubica a lo largo de aproximadamente 206.686 km.2, constituyendo un total de cinco estados, a saber: Barinas (35.200 km2), Portuguesa (15.200 km2), Cojedes (14.800 km2), Apure (76.500 km2) y Guárico (64.986 km2), en un paisaje de terreno aplanado de pocas elevaciones, donde arenas, ríos, especie de oasis (llamados matas), morros, que sirven de escenario para la construcción de una serie de mitos y leyendas propias de la región, distinguen, además, a sus habitantes y su identidad cultural, lo cual se ve reflejado en la vida cotidiana y ensalzado en la literatura sobre el llano.
Este panorama llanero, esta mezcla absurda de transparencia suma y de misterio - pues lo misterioso y como ustedes dicen, lo espantoso del llano, reside precisamente en su excesiva luminosidad-, este paisaje monótono y obsesionante se repite dentro de ustedes con abrumadora uniformidad. (GALLEGOS, 1970, p. 22).
El llano en cuanto a su cultura inmaterial, se relaciona sistemáticamente con los procesos devenidos de la tradición oral, muestra de los pueblos trasmitida "en un libro viviente, con páginas de labio-lengua-memoria, indestructibles como el aliento del pueblo que le fue creando y recreando desde el amanecer del tiempo" (BARBEIRO, 1980, p. XIX), y en la configuración de otras manifestaciones tales como las costumbres y los modos de vida que encierran una filosofía particular, social en este caso, capaz de determinar su identidad cultural. De igual manera, la tradición oral se presenta enlazada con los procesos de reconstrucción de memoria a través del estudio de ciertas ramas de la Historia, como la local y la regional.
durante los años posteriores a la segunda guerra mundial, la historia de las regiones se convirtió en una necesidad por cuanto urgía responder a las necesidades de reconstrucción [subrayado añadido] de los países afectados, considerando las especificidades de cada región para garantizar el éxito de los recursos a invertir, preservar la identidad [subrayado añadido] de los pueblos, la pertenencia y cohesión de los grupos de población y, en consecuencia, mantener la paz convenida. (PÁEZ, 2002, p.23).
Como señala la historiadora Gladys Páez, los procesos de reconstrucción de memoria histórica han sido utilizados en casos específicos llevando a cabo trabajos colectivos donde el componente social es de suma importancia para traer al presente los recuerdos necesarios que le permitan encontrar una identidad cultural o, de acuerdo al caso, preservarla, salvaguardarla, con la finalidad de conseguir instrumentos que faciliten el encuentro de las verdaderas raíces nacionales.
La oralidad es un sistema simbólico de expresión, es decir, un acto de significado dirigido de un ser humano a otro y otros, y es quizás la característica más significativa de la especie.
La oralidad fue, entonces, durante largo tiempo, el único sistema de expresión de hombres y mujeres y también de transmisión de conocimientos y tradiciones. Hoy, todavía, hay esferas de la cultura humana que operan oralmente, sobre todo en algunos pueblos, o en algunos sectores de nuestros propios países y quizás de nuestra propia vida. Pensemos, por ejemplo, en la transmisión de tradiciones orales como la de los cuentos infantiles en Europa, antes de los hermanos Grimm, o en la transmisión de la cultura de los páramos andinos en Venezuela, o en las culturas indígenas del país. (ÁLVAREZ MURO, 2001, cap. 1).
Esa transmisión de conocimientos y tradiciones se lleva a cabo de individuo a individuo en un contexto social y un entorno geográfico que determinan de otra manera la forma de estas narraciones, pues son parte sustancial de la vida y la identidad de pueblos, sectores y naciones.
La oralidad es el establecimiento de una tradición que ha superado los embates de los cambios, transformándose, adaptándose a los diferentes tiempos y lugares. Ha sobrevivido a la escritura con sus diversas manifestaciones y grafismos, ahora en la era de las múltiples comunicaciones, pervive haciendo uso de las nuevas tecnologías para ser escuchada más allá de las infinitas fronteras. Continúa siendo la expresión de ese mundo de significaciones y sentidos que es la cultura, convertida en historia sostenida en la memoria y puesta en escena por medio de la palabra hablada.
En este sentido, Tzvetan Todorov (2010) al hablar de la cultura inicial del ser humano, es decir, aquella impuesta socialmente desde la infancia, dice que un factor determinante para la conformación de una identidad es el lenguaje, ya que todos nacemos necesariamente amparados por una determinada lengua, hablada por nuestros padres, familiares más cercanos y, obviamente, por las personas que nos rodean por pertenecer a nuestro mismo grupo social. Así, al no ser la lengua una herramienta neutra, ya que está permeada por pensamientos, acciones, recuerdos, actúa de manera particular transmitiéndose de generación en generación, fundamental e inicialmente de manera oral.
A amplitude dos traços herdados no decorrer da infância pode sofrer consideráveis mudanças. A língua é comum a milhões, até mesmo, dezenas ou centenas de milhões de pessoas. No entanto, recebemos também outras heranças, mais restritas, do grupo humano no seio do qual crescemos: as maneiras de se movimentar e de se organizar o tempo ou o espaço, assim como de se relacionar com as outras pessoas -em suma, os modo de vida. (TODOROV, 2010, p. 68).
Dicho uso del lenguaje y todo lo que eso implica, se vincula directamente con los grupos sociales y con el individuo en sí, configurando, en el caso de culturas rurales como la llanera, por ejemplo, un patrón de comunicación por medio del lenguaje característico que lo identifica, lo distingue de otros actores sociales y lo auto-define culturalmente. Esto se puede ver claramente en sus poesías, coplas populares y canciones, además de servir como punto de partida para la conformación de una cantidad de leyendas y mitos que toman cuerpo en la transmisión como herencia cultural, logrando su conservación a lo largo de los tiempos.
2 Refugio de alas y quejas o los caminos del llano tienen fantasmas
Hasta aproximadamente la primera mitad del siglo XX, en las zonas tanto rurales como urbanas del llano venezolano no había luz eléctrica, la oscuridad del ambiente nocturno junto con la configuración del entorno fueron construyendo una suerte de proliferación de leyendas que unían la parte heredada de las viejas historias populares con la fe religiosa, obteniendo una mezcla interesante de personajes que como ánimas en pena o espantos andaban por los caminos, unos buscando quien los acompañara, otros para cuidar a los viajeros, otros para burlarse del miedo humano, entre otras cosas. Así, la tradición oral llanera siempre ha tenido presente a estas figuras, lo que se ha extendido a la literatura escrita, las recopilaciones copleras, la música, etc.
Uno de sus duendes. Pero no solamente el nombre propio, sino todas las palabras que se pronuncian estando a solas, que es como generalmente se halla el hombre por estas tierras, se convierten en fantasmas. En estos sitios callados y desiertos están suspendidas en el aire, o mejor disfrutados, por no haber sido recogidos por el interlocutor necesario en toda conversación, que se pronunciaron al atravesarlos pensando en alta voz. Están mudas, pero sentimos que nos hablan, porque son palabras y necesitan ser recogidas por oídos inteligentes. Esas son las almas en pena que, según ustedes1, se aparecen por estos lugares pidiendo oraciones que las saquen del purgatorio. (GALLEGOS, 1970, p. 25).
Es de entender en la soledad del llano y en el silencio de los caminos, los paisanos de esas tierras escuchen voces, gemidos, palabras a veces ininteligibles que son atribuidas a almas en pena que necesitan de alguna oración para pasar a otro plano y descansar en paz. Esas almas son llamadas también, "los espantos de la sabana". La Sayona o La Llorona, el Anima Sola, El Silbón, la Mula Maniá2, la Bola de Fuego, el Anima de Picapica, el Anima del Samán, el Anima de Taguapire, cada uno con unas características y una función en su desandar en el mundo de los vivos. A los que, extrañamente, se les une las leyendas que engloban la presencia de santos y santas propios de la religión católica, que también están allí, pero como cuidadores de los creyentes3. Dicha yuxtaposición de creencias se ve desplegada en la contemporaneidad, lo cual es un fenómeno significativo ya que la incursión de la electricidad y sus consecuentes instrumentos, aunado esto a las técnicas modernas contemporáneas, no ha logrado desaparecer la creencia en estos mitos, lo que no solo se ve en las personas del campo que no tienen un gran nivel de instrucción académico, sino también está presente en la mayoría de la población de origen llanero, inclusive si no viven en el llano. En este respecto acotan un dicho muy popular que reza: "de que vuelan, vuelan", al referirse a las brujas y su escoba, como queriendo justificar su creencia.
Los llaneros dicen que los espantos de la sabana se aparecen en las noches más oscuras, es decir, en fase lunar de cuarto menguante, para asustar mejor a los que pasan por la sabana. Según la tradición oral, estas almas tienen divisiones, unas que moran en las aguas, llamadas encantos; las ánimas, que son espíritus errantes que pueden interceder ante el ser supremo para intentar ayudar a aquellos que les piden, y los espantos, que tienen por oficio asustar y causar males, de esta característica se desprende lo que se acotó en párrafos anteriores, en relación a la mixtura de la fe, porque el llanero acostumbra rezar, hacer promesas, prender velas, a las ánimas, como si fueran santos o santas.
El silbón, dicen, es el alma en pena de un hombre que mató a su hermano y está condenado a vagar sin descanso, atravesando la soledad de la sabana. La Sayona o la Llorona es una mujer maligna, de rostro aparentemente hermoso, pero con grandes colmillos, que recorre de madrugada las calles de los pueblos llaneros, gritando y llorando con un niño muerto entre sus brazos. La Bola de fuego es una masa esférica de candela que salta de monte en monte. (COLMENARES DEL VALLE, 2000, p. 61).
La Mula Maniá, cuenta la sabiduría popular, se aparece a los viajeros que conducen en los alrededores donde fue asesinado el general Joaquín Crespo, quien fuera Presidente de la República y jefe de la Revolución Legalista4, pues se dice que el resabio de la bestia fue lo que provocó que el caudillo fuera blanco fácil para su asesino, por ello está condenada a penar por siempre,
la mula no respeta si es de día o de noche, ni escoge las víctimas a espantar; y pobre de aquel que no sepa que es un espanto, porque la bicha, aparte de espantar, muerde y patea al que no sepa rezar. Dice la leyenda que la única manera de quitársela de encima, a pesar de que fue su jinete quien la condenó a ser un espectro, es rezar un Ave María o invocar tres veces el ánima de Joaquín Crespo de esta manera:
¡Ánima de Joaquín Crespo,
no te pongas resabiá!
Sálvame, que no me mate
tu vieja mula maniá.5
Es de destacar la característica humana que se le atribuye a la mula, puesto que para los llaneros un espanto puede ser también un animal. Particularmente hemos escuchado, cuando hay algún accidente en esa vía del estado Cojedes, que la gente responsabiliza a la Mula Maniá y no a un posible error de los conductores u otros elementos. Respecto al Ánima de Picapica (José Zambrano)6, con toda seguridad es una de las más populares a nivel nacional, junto con el Ánima de Taguapire. La leyenda cuenta que:
Se corrió la historia del hombre que murió debajo de la mata de pica pica que concedía favores y comenzaron a llamar a este el Anima de Pica Pica y así cuando los viajeros pasaban, en burros, mulas y caballos por el camino real que se encontraba al lado del rancho donde reposaba el anima, le lanzaban una piedrita y le pedían que los protegieran en su travesía. Así fue creciendo la devoción de las personas por el Ánima de Pica Pica que se acercaban a su tumba a pedirle favores y este de forma milagrosa se los concedía.7
El Ánima de Taguapire, por su parte, corresponde a María Francisca Duarte, quien fuera comadrona y trabajadora de un hato en el estado Guárico, al morir, se cuenta, que llevaban su cuerpo para ir a enterrarlo al cementerio que quedaba al otro lado del río, pero durante varios intentos fue imposible pasarlo, de modo que lo enterraron a los pies de un árbol de Taguapire8, la leyenda continua luego muy parecida a la del Anima de Picapica, pues un ganadero le pide el favor que le ayude a encontrar el ganado perdido, y cumple la promesa de construir allí una especie de monumento. "Desde ese momento, cada viajero y visitante de la región hace su parada en este lugar para pedirle al ánima milagrosa que le ayude a resolver sus angustias" 9. Del Ánima Sola se dice que es una mujer rezandera que se aparece en lugares solitarios durante las noches. Cabe destacar que, generalmente, cada ánima tiene una oración particular y también su copla.
Con el silbo y la picada
de la brisa coleadora
la tarde catira y mora
entró en el corralón callada.
La noche, yegua cansada,
sobre los bancos tremola
la crin y la negra cola;
y en su silencio se pasma
tu corazón de fantasma,
Mata de Ánima Sola.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 97).
Tal como acotamos, tan fuerte es esta raigambre cultural en el llano venezolano que es imposible obviarla cuando se hacen trabajos sobre manifestaciones que forman parte del patrimonio cultural inmaterial de este pueblo, tal como lo explica muy ampliamente Rómulo Gallegos10, en su Cantaclaro11, destacando, además, que en el llano se dice que el hombre nunca anda solo, porque están las animas, dios y los santos acompañándolo en su trasegar. Y en ese sentido, también es interesante la asociación que tiene el llanero con la figura del Diablo, como ser que anda por las sabanas usando múltiples formas y disfraces para encontrar víctimas, lo cual se puede observar en numerosos mitos, leyendas populares, coplas y canciones que han trascendido décadas, tal como la que replica Gallegos en su novela ya citada:
Cuentan que un día un bonguero maldiciente, al separarse de la orilla en aquel sitio, cuando los palanqueros le preguntaron: -¿Con quién vamos?- y en vez de responderles: Con Dios - le contestó: -Con el Diablo -. Y dice el cuento que allí mismo empezó a hundirse el bongó, como si llevara un gran peso a bordo, al mismo tiempo que los palanqueros no encontraron fondo y la espaldilla no le obedecía la mano del patrón, que no por eso dejaba de maldecir, hasta que reventó a bordo una gran carcajada de un pasajero invisible, que era el Diablo, con cuyo peso se estaba hundiendo la embarcación, como allí mismo se trambucó y desapareció en el agua, con todo y patrón y palanqueros. Y como esto y que sucedió a punto de medio día a esa hora siempre se escuchaba el bongó del Diablo remontando detrás de aquella vuelta. Yo entonces no conocía el pasaje, y allí estaría todavía esperando el bongó, si una voz no me dice, cuando ya me disponía a quitarle el apero al caballo: -No desensille, joven -. Volví la cabeza, busqué por todas partes y no vi a nadie por todo aquello, ni en la playa, ni en el monte. A mí no me asustan los espantos cuando me salen de noche, pero si me salen de día todo el cuerpo se me descompone. (GALLEGOS, 1970, p. 26).
Pero la presencia del Diablo no está solamente como una voz en figura invisible, también se manifiesta como un hombre más que llega al llano, en este caso un coplero que reta al famoso Florentino Coronado, apodado El Quitapesares, quien personifica al llanero recio, valiente, de espíritu inquebrantable12, y que pasará a la historia popular como "el que cantó con el Diablo". En su conocida versión de Florentino y el Diablo, Alberto Arvelo Torrealba inmortaliza la leyenda popular heredada de la tradición oral llanera, contrapunteo que los músicos le han puesto melodía con arpa, cuatro y maracas, teniendo una primera versión de 1940, otra de 1950, siendo la de 1957 la definitiva.
En la primera parte, llamada El reto, Florentino llega solo sobre su caballo y de repente se da cuenta que va alguien tras él:
Solo de quema el suspiro,
paso llano el palafrén,
mirada y rumbo el coplero
pone para su caney,
cuando con trote sombrío
oye un jinete tras él.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 140).
Al voltearse logra ver al jinete que lo sigue:
Negra se le va la manta,
negro el caballo también;
bajo el negro pelo-e-guama13
la cara no se le ve.
pasa cantando una copla
Sin la mirada volver:
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 140).
Inmediatamente el viajero lo reta al contrapunteo.
-Amigo, por si se atreve,
Aguárdeme en Santa Inés,
que lo voy a buscar
para cantar con usté.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 140- 141).
Florentino, quien ya ha entendido la identidad personal de su retador, acepta porque es una cuestión de honor, siendo que esta virtud es sostenida por la palabra inquebrantable. Así que se dirige a la población de Santa Inés para llevar a cabo el desafío de "cantar con el Diablo", en este sentido, se destaca una de las características que forman parte de la figura estereotipada del llanero de los siglos XIX, XX y aún contemporáneamente, ensalzada por la literatura tanto escrita como oral, que la etiqueta como hombre de amplia valentía cuya palabra es un pacto prácticamente de sangre, y aquel que la incumpliere podrá pagar inclusive con la muerte. Pero en dicha situación entra un factor bastante importante como lo es la religiosidad, que es una característica acentuada de la cultura llanera, una religiosidad amparada en la mayor parte de su idiosincrasia por la fe católica, de modo que en coplas y canciones se ve palpable la presencia de dicho sistema de creencias como una esperanza capaz de sobreponerse ante las situaciones más peligrosas, en este caso, por ejemplo, el Diablo, aunque sea un ser poderoso, Dios y sus aliados son aún más, es decir, el Bien se sobrepone al Mal.
Asimismo, se torna interesante el hecho de la importancia que tiene la configuración del paisaje para la construcción de las leyendas y mitos de los pueblos, pues no se puede desvincular la historia contada con el entorno que le sirve de escenario, de modo que en "La porfía" la naturaleza funge como punto de partida para ambientar la leyenda y ubicar al que escucha lo que ocurrirá.
Noche de fiero chubasco
por la enlutada llanura,
y de encendidas chipolas
que el rancho del peón alumbran.
Adentro suena el capacho,
afuera bate la lluvia;
vena de corazón de cedro
el bordón mana ternura;
no lejos asoma el río
pecho de sabana sucia;
más allá coros errantes,
ventarrón de negra furia,
y mientras teje el joropo
bandoleras amarguras
el rayo a la palma sola
le tira señeras puntas.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 142).
Se conoce, entonces, que lo que vendrá no será bueno, puesto que la naturaleza está avisando con chubasco, oscuridad, ventarrones, la presencia del Diablo que se aproxima al lugar del encuentro. Cuando llega Florentino, el llanero, se describe de la siguiente manera:
Súbito un hombre en la puerta:
indio de grave postura,
ojos negros, pelo negro,
frente de cálida arruga
pelo de guama luciente
que el candil relumbra.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 143).
Cabe destacar que cuando la copla habla de "indio de grave postura" no se está refiriendo a la etnia, sino a un modo de hablar de los pueblos campesinos venezolanos que, en línea general, llaman "indio" a aquel hombre recio, un tanto bruto, capaz de formarle bronca a cualquiera. Por otra parte, el hecho de usar el sombrero "pelo de guama" devela desde ya la identificación de Florentino como llanero, pues como ya se acotó en párrafos anteriores, este es uno de sus elementos inequívocos. Posteriormente, cuando hace acto de presencia el Diablo, la copla dice:
Mírenlo cómo llegó
con tanto barrial y lluvia,
planchada y seca la ropa,
sin cobija ni montura.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 143).
En este punto es atrayente el hecho de que, además de lo sobrenatural del personaje al llegar con la ropa "planchada y seca" luego de haber estado viajando bajo la fuerte lluvia de la noche, es distinguido del llanero porque no tiene cobija ni montura, es decir, no ha llegado a caballo, lo cual es un rasgo del llanero; dicha característica identitaria lo "separa" de los oriundos, lo resalta como extranjero, como viajero.
Luego de transcurrir la copla, la leyenda llanera que cuenta cuando Florentino, El Quitapesares, cantó con el Diablo, como verso final se pone de manifiesto la religiosidad del llanero, puesto que al identificarse el contrincante como "Capitán de la Tiniebla", que ha llegado al llano porque "lo viene a buscar", éste contesta:
Mucho gusto en conocerlo
tengo señor Satanás.
Zamuros de la Barrosa
salgan del Alcornocal
que al Diablo le cogió el día
queriéndome atropellar:
Sácame de aquí con Dios
Virgen de la Soledá,
Virgen del Carmen bendita,
sagrada Virgen del Real,
tierna Virgen del Socorro,
dulce Virgen de la Paz,
Virgen de la Coromoto,
Virgen de Chiquinquirá,
piadosa Virgen del Valle,
santa Virgen del Pilar;
Fiel Madre de los Dolores
dame el fulgor que tú das
¡San Miguel! Dame tu escudo,
tu rejón y tu puñal,
Niño de Atocha bendito,
Santísima Trinidá.
(ARVELO TORREALBA, 2004, p. 158).
Y amparado por santas, santos y vírgenes, el llanero sale con bien del reto, lo cual resalta la alta incidencia de la creencia en dicha cultura centro-occidental venezolana, lo que se extiende al nivel expuesto en un modo de vida que, aunque contemporáneamente haya mudado como consecuencia de la incursión de la electricidad y otras nuevas tecnologías, sigue siendo un elemento presente importante desde el punto de vista de la identidad cultural llanera al sostenerse desde la memoria colectiva y social al servicio de la construcción de aspectos que promueven la conservación y salvaguarda de tradiciones.
El llanero más que por una propia convicción, es religioso por herencia, por tradición, sus creencias tienen una fuerte raigambre en todo lo que tiene que ver con la enseñanza familiar, pero en función de lo colectivo, así cree en Dios, como católico, evangélico, protestante, o como perteneciente a un sistema de creencias que se comparte con la yuxtaposición de símbolos y presencias relacionadas con otras religiones e incluso aquellas figuras espirituales que pertenecen a otra fe, dentro de las que están inmersas los orishas, santas y santos, espíritus, etc., de la santería.14 Es muy común que tanto hombres como mujeres lleven al cuello una cadena de la que cuelga la figura de algún santo católico, un cristo o alguna virgen, a lo que habría que agregar que la constante utilización de oraciones para solicitar protección ante hechos difíciles o para pedir piedad para los muertos. Especial atención tiene La Santísima, la Virgen del Carmen15, las Tres Divinas Personas16, a lo que hay que agregar al Santo patrono del lugar oriundo, ya que en el llano se otorga la guardia del ángel protector a cada niño que nace.
San Gerónimo, para citar algunos ejemplos, es el patrono de Guayabal un pueblecito del Guárico a quien la irreverencia llanera dibuja en el refrán que dice "es más bellaco que el santo de Guayabal", el Santo Nazareno, una imagen donada por el general José Antonio Páez y a la cual se atribuyen muchísimos milagros, es de Achaguas en Apure; la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, es también la patrona de Guanare capital de estado Portuguesa (sic); Nuestra Señora del Pilar es la patrona de Barinas; San José, de Elorza; San Nicolás de Bari, de Obispos; San Miguel Arcángel, de Cunaviche; la Virgen de la Candelaria, de Valle de la Pascua y así cada sitio se pone bajo la égida de un santo. (COLMENARES DEL VALLE, 2000, p. 59).
Las oraciones son elementos imprescindibles del mundo de creencias del llano porque le sirven para un sinfín de cosas, que van desde peticiones hasta agradecimientos por favores recibidos, también son útiles en caso de conjuros, e inclusive en casos de enfermedades sin posible explicación o consideradas enigmas médicos, tales como la culebrilla (Herpes zóster)17 o el "mal de ojo", casos cuando son utilizadas junto con un ritual de curación. En muchas situaciones antes de las personas mudarse para alguna casa donde murió alguien, se acostumbra llevar a la persona conocedora para que realice el ensalme necesario, situación en la que el poder de las oraciones es de suma importancia. En todos los casos, la configuración de esta serie de actuaciones está íntimamente relacionada con los mitos y las leyendas que se han propagado desde la tradición oral siendo transmitida de generación en generación.
3 La presencia de una historia propia
De la ilusión condúceme a la realidad.
De las tinieblas condúceme a la luz.
De la muerte condúceme a la inmortalidad.
(Los Upanishads)
Según Mircea Eliade "el mito cosmogónico es 'verdadero', porque la existencia del Mundo está ahí para probarlo; el mito del origen de la muerte es igualmente 'verdadero', puesto que la mortalidad del hombre lo prueba, y así sucesivamente" (1985, p. 13). Lo contado en el mito es comprobable, tangible, somos parte de esa historia, por lo tanto es "verdadera", y el hecho de la existencia de otras historias no signadas por lo sagrado, no anula en la creencia del pueblo la veracidad de lo mítico sobre lo cual la sociedad ha sostenido su historia de generación en generación, no sólo como narración de hechos acontecidos en "tiempos remotos" sino como situaciones susceptibles a ser traídas al aquí y ahora por medio de los ritos, donde de nuevo cobran vida como esencialidad en la identidad del propio pueblo que cree en ello. La tradición oral mantiene presente la historia contada por medio del mito y el rito la escenifica para traerla de vuelta.
El mito, amparado por su carácter simbólico, tiene una visión amplia de la comunidad y del mundo, esa cosmovisión lo une a la naturaleza en todo su esplendor, a lo construido e incluso a lo que está en el extramundo, yendo más allá de lo meramente tangible para remitirse también a lo palpable. Esas "cosmovisiones que los viejos heredan a los más jóvenes", en las sociedades rurales sólo tienen cabida por medio de la oralidad, herramienta que mantiene presentes a los mitos donde los individuos y el colectivo se auto-re-conocen ante una posición identitaria cultural global, pues tienen creencias compartidas.
Pero mientras el mito tiene su propio tiempo y espacio y es protagonizado por seres sobrenaturales, la leyenda se lleva a cabo en un tiempo específico (aunque no histórico) y en un lugar conocido por el pueblo al que pertenece, siendo sus protagonistas seres humanos o animales, que han trascendido a otros estados. El mito, tal como lo devela Eliade, puede ser comprobable porque las cosas están allí para probarlo, mientras que la verosimilitud de la leyenda se sostiene en la memoria colectiva, es decir, se establece desde una suerte de repetición, en este sentido, cobra significación lo que devela Eliade respecto al mito y la historia, ya que "(...) la realidad se adquiere exclusivamente por repetición o participación; todo lo que no tiene un modelo ejemplar está 'desprovisto de sentido', es decir, carece de realidad". (Ibídem, p. 41); lo verdadero en la leyenda es susceptible a duda porque se relaciona con una creencia que si no es compartida pierde significación. La leyenda se relaciona con el milagro, con lo más allá de lo tangible desde lo espiritual, es una narración popular que dibuja claramente el modo de ser del pueblo que la ha creado, es por ello que las leyendas de "los espantos de la sabana" tienen que ver directamente con el paisaje en el que se desenvuelven.
A pesar de que el sistema de creencias de los pueblos rurales latinoamericanos se involucra con diversas formas o manifestaciones de la fe, se mantienen sólidos en cuanto a presencia capaz de guiar ciertos comportamientos, sobre todo los sociales, lo cual se debe a la raigambre que han tenido, formando parte de una herencia inexorable. Dicha herencia, cabe decir, no es exclusiva de dichos pueblos, en la India, por ejemplo, Los Upanishads, libros sagrados de la religión hindú, considerados como textos filosóficos que versan sobre el espíritu humano, expresan que "Más allá de los sentidos está la mente, y más allá de la mente está la razón, su esencia. Más allá de la razón está el espíritu del hombre, y más allá de éste está el Espíritu del Universo" (MASCARÓ; CRESPO, 1973, p. 42), lo cual explica, a decir en palabras de Eliade, que las "sociedades arcaicas" sostienen en lo espiritual lo esencial fundamental para crear toda la funcionalidad del Universo, siendo que dicho Universo tiene cuerpo desde los mitos fundantes y las leyendas que se crean en torno a las historias continuamente recreadas en la mente del hombre (del ser humano), de modo que mente-razón-espiritualidad forman parte del organum que escenifica luego los rituales religiosos para traer al presente situaciones del pasado lejano. Más adelante el Upanishad Brihadaranyaka dice: "El origen de todas las formas es el ojo, pues es por el ojo por lo que ven todas las formas", y agrega: "El origen de todas las acciones es el cuerpo, pues es por el cuerpo por lo que se hacen todas las acciones, el cuerpo es el fundamento de todas las acciones." (MASCARÓ; CRESPO, 1973, p. 121); el ojo, como órgano visual, al ser dominado por sentimientos tales como el miedo, el asombro, la sospecha, "ve" figuras que son creadas solo desde la mente, mientras que el cuerpo al ser "fundamento de todas las acciones" también se convierte en receptáculo de historias sociales compartidas, llegando a tener una suerte de inmortalidad, manifestada desde la memoria colectiva y/o social. Los hindúes aseveran que la inmortalidad está oculta en el velo de lo real, en ese trasegar la forma como tal es real, independientemente de su estado corporal; si esto se coloca frente a la espiritualidad de la cultura llanera, la cual es eminentemente católica, se puede observar que, efectivamente, esa característica espíritu-inmortalidadrealidad- trascendencia, existe en los "espantos de la sabana", ellos son reales en nombre y forma, como espíritus son inmortales, tal como también lo develan los hindúes.
La religión hindú cree en la reencarnación, pero hace la salvedad que el espíritu solo logra pasar a otro cuerpo luego de cumplir con el samsara, lo cual equipara con una rueca, que en su continuo girar va purificando el alma; de igual modo, aunque el catolicismo no se identifica con el elemento de la reencarnación, establece la inmortalidad del espíritu que solo alcanzará el descanso eterno después de haber expiado sus culpas en el purgatorio; el islam, por su parte, habla de la necesidad de no ensuciar el espíritu con acciones pecaminosas porque en el momento indicado llegará el día del Juicio Final donde se pagarán las culpas.
Los diversos sistemas culturales, al estar permeados por los dictámenes Divinos instaurados por leyes religiosas, se enfocan en la característica inmortal del espíritu o alma lo cual le da licencia para divagar por lugares insólitos y en condiciones extrañas para satisfacer sus deseos o necesidades. Ya que el ser humano puede ser un médium para lograr el descanso eterno de las ánimas en pena, se sirven de él a través de su creencia o su temor, para implorar utilizando cantidad de herramientas, entre las que están presentes el asustar como una medida desesperada. Dado que el creer o no en esto es algo netamente intrínseco, es un factor significativo de la identidad cultural ya que crea la unificación de criterios en función de lo construido desde la memoria social y/o colectiva como sabiduría popular capaz de sobrevivir a lo largo de los siglos, independientemente si son compartidos o no por otros sectores, incluso de esa misma sociedad.18 De esta manera, los mismos actores dentro de su propia sociedad construyen un sistema coherente de manifestaciones de la cultura inmaterial donde la música, poesía, narración desde la leyenda junto con la naturaleza circundante, la vida cotidiana y la religiosidad, son partes esenciales de la herencia cultural que hace posible la "llaneridad" venezolana más allá de los tiempos.
A modo de epílogo
La cultura llanera, ciertamente, como otras tantas, ha experimentado cambios en sus sistemas sociales, económicos, políticos, ambientales e, inclusive, culinarios, lo cual se traduce en las manifestaciones culturales, dando otras perspectivas a las concepciones sobre su identidad cultural, como conservación del patrimonio inmaterial, instituido desde la oralidad, pues, al fin y al cabo, la cultura inmaterial es aquella que se desarrolla desde las voces del imaginario colectivo, quien es el que la construye, reinventándola a cada instante. El llanero siempre se ha sentido orgulloso de sus raíces, quizá por todos los episodios historiográficos que los ha envuelto desde antes de la Independencia de Venezuela19; sus posiciones contemporáneas han cambiado, pero se ha mantenido gran cantidad de elementos que pueden dar fe de una presencia de su identidad cultural local muy clara y precisa, que no los encasilla en los viejos estereotipos, pero que si los sitúa en el auto-reconocimiento y auto-valorización de su cultura inmaterial como factor patrimonial venezolano.
Hoy, en pleno siglo XXI la cultura llanera hace parte de su cotidianidad en perfecta convivencia entre lo heredado desde tiempos pasados cuando no había luz eléctrica, y las nuevas tecnologías que han llegado a casi todos los rincones de la sabana, porque resulta que los campos en su soledad nocturna no han variado, ni ha mudado tampoco la característica natural del ser humano, al tener miedo o inseguridad ante lo desconocido. Aun hoy los llaneros y llaneras más cultivados creen, aunque sea de soslayo, en las antiguas leyendas de camino, y cuando pasan por un lugar de aquellos nombrados en los cuentos o en las coplas, se persignan para cuidarse de los fantasmas, le rezan alguna oración a alguna ánima en pena u ofrecen promesas a espíritus errantes. En los campos de las sabanas venezolanas y, de igual modo, en el vidrio trasero de algún autobús del interior o en colectivo de la ciudad se lee "Anima de Taguapire, cuídame y protégeme20", en franca comprobación de que dicha tradición, como acto de fe, está viva como la cultura misma.
1 El autor se refiere a las personas educadas en las grandes capitales. N.A.
2 Por mula maneada o amarrada.
3 En este renglón nos referimos también a santas o santos locales o nacionales como la Virgen de Coromoto, o personajes venezolanos a los que se les ha atribuido milagros y, aunque no estén exaltados por el Vaticano, son considerados santos, como es el caso del Dr. José Gregorio Hernández.
4 Presidente de la República de Venezuela en tres oportunidades: la primera entre 1884 y 1886, siendo electo por el Concejo Federal; la segunda entre 1892 y 1894, por la Revolución Legalista; y por último entre 1894 y 1898, por elecciones directas.
5 TOVAR, 2011.
6 Se cuenta que fue un emisario del correo que murió de fiebre amarilla bajo dicho árbol y se concedió un favor al ganadero que consiguió el cadáver, quien en gratitud le mandó a hacer una sepultura en ese mismo lugar, que queda entre Chaguaramas y Valle de la Pascua, Edo. Guárico. En ese lugar, actualmente hay cantidad de placas y otras ofrendas de agradecimiento, los conductores, sobre todo chóferes de carga pesada y autobuses, acostumbran pararse un momento a saludar o prender una vela.
7 ZAMBRANO, 2009.
8 (Pithecellobium unguis-cati) Árbol muy frondoso y grande que da mucha sombra.
9 LEGENDA..., 2013.
10 Rómulo Gallegos (Caracas, 1884 -1969) es considerado uno de los más importantes novelistas de Venezuela. Escritor y docente, perteneció al grupo intelectual Alborada y luego formó parte del Círculo de Bellas Artes de Caracas, donde amplía sus conocimientos en Sociología y Pedagogía aplicados a la realidad venezolana. Escribe una serie de cuentos y en 1920 publica su primera novela, El último Solar, en la cual esboza la realidad de la juventud de su país en esos momentos, la que está política y artísticamente desilusionada por causa de las problemáticas reinantes. En 1925 publica La Trepadora, donde analiza la sociedad feudal por medio de una fuerte influencia del criollismo en su escritura. En 1929 sale a la luz Doña Bárbara, su novela cumbre, con fuertes críticas a la dictadura de Juan Vicente Gómez, el feudalismo, el abuso de poder. En 1934 y 1935, sucesivamente, edita sus dos mejores producciones literarias: Cantaclaro y Canaima. Fue Ministro de Educación y en 1947 elegido Presidente de la República, siendo derrocado al año siguiente, debiendo irse al exilio, primero a Cuba y luego a México. Vuelve a su país natal nuevo años después continuando con una fructífera producción intelectual.
11 Una de sus mejores novelas, publicada en 1934.
12 De hecho es el protagonista de la novela Cantaclaro, encarnando a los llaneros en general, al ser descrito se lee: "Espíritu errabundo, naturaleza fantaseadora, desmedido amor a la libertad, la suerte siempre en la mano, dispuesto a jugársela, lo de andar siempre a caballo y lo de querer decirlo todo con los cuatro versos de una copla". (GALLEGOS, 1970, p. 6).
13 Es un sombrero hecho de una suerte de terciopelo, muy usado en el llano. Es sinónimo de elegancia.
14 Especie de umbanda que se practica en toda Venezuela, que incluye altares con presencia del Sagrado Corazón de Jesús, representaciones de santas y santos católicos, personajes populares o históricos a los que se les atribuye milagros como por ejemplo el Negro Miguel, Guaicaipuro; Dr. José Gregorio Hernández, etc.; figuras de otras creencias como María Lionza, Shangó, Ogún, Oshun; de otras religiones: Krsna, Buddha. Ante los que se realizan rituales diversos.
15 De hecho es muy frecuente ver hombres que se llaman Carmen. Esto se ha perdido un poco, por lo tanto suelen ser adultos contemporáneos o mayores los que lo llevan.
16 Padre, Hijo y Espíritu Santo.
17 En el caso de la culebrilla la persona que tiene el don, el cual le ha sido enseñado por algún familiar cercano, generalmente abuelos o padres, reza sobre la parte afectada mientras rocía agua bendita colocada en hojas de yerba mora (Solanum nigrum), científicamente ha sido comprobado que lo que cura dicho herpes es las propiedades de la planta, pero en la creencia popular lo importante es la oración, el rezo. Lo propio ocurre con el "mal de ojo", aunque en este caso la dolencia, generalmente padecida por infantes pequeños, no tiene una explicación lógica, de modo que al doliente comenzar a tener los síntomas: fiebre, desgano al actuar y comer, se lleva a la persona que tiene las facultades, quien lo ensalma durante varios días, hasta que lo cura. Para evitar el "mal de ojo", se le coloca al recién nacido, en la muñeca o en el tobillo, una cintica roja con un azabache colgando (previamente rezado).
18 Esto se refiere a sectores no rurales o con otro tipo de alcance académico. Esto está planteado en Cantaclaro, cuando Juan Crisóstomo Payara, quien ha llegado al llano desde la capital (Caracas) pregunta sobre este tipo de creencias y apariciones mostrando poca fe. Lo propio se puede ver en la novela Doña Bárbara, también de Rómulo Gallegos, en la que el enfrentamiento Bien vs. Mal, figurado en Doña Bárbara y Santos Luzardo es, como harto se ha dicho, una lucha entre la barbarie y la civilización y esa "barbarie" se equipara, entre otras cosas, con la creencia de la Doña en la brujería, la aparición de espantos y la práctica de la magia negra.
19 El Batallón Bravos de Apure, conocidos como los Lanceros de Apure, por su destreza con dicha arma de metal, jugaron un rol decisivo en batallas de trascendencia para la consolidación de la independencia de Venezuela del yugo español: Batalla de Carabobo (1821), Batalla de Las Queseras del Medio (1819), Batalla de Boyacá (1819).
20 Es muy común en todo el país, incluso en la capital, Caracas.
REFERÊNCIAS
ALVAREZ MURO, A. Análisis de la oralidad: una poética del habla cotidiana. Mérida: Universidad de Los Andes, 2001. Disponible em: <http://elles.rediris.es/elles15/cap.11/htm>. Acesso em: 10 abr. 2013.
ARVELO TORREALBA, A. Antología poética: con la segunda versión de Florentino y el Diablo. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004.
BARBEIRO, R. Literatura guaraní del Paraguay. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980.
COLMENARES DEL VALLE, E. En el espejo de la memoria. Barinas: Alcaldía de Barinas, 2000.
ELIADE, M. Mito y realidad. Barcelona: Labor, 1985.
ELIADE, M. El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición. Buenos Aires: Emecé, 2003.
GALLEGOS, R. Cantaclaro. Caracas: Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, 1970.
LEGENDA del Anima del Taguapire. Disponible en: <http://taguapire.com/>. Aceso en: 10 abr. 2013.
MASCARÓ, J; CRESPO, R. (Org.) Los Upanishads. México: Diana, 1973.
PÉREZ, G. Historia regional: investigación y enseñanza. Caracas: Universidad Pedagógica Experimental Libertador, 2002.
TOVAR, Yorman. La Mula Maniá. Disponible en: <http://cuentaelabuelo.blogspot.com.br/search?q=la+mula+no+respeta+si+es+de+d%C3 %ADa+>. Aceso en: 10 abr. 2013.
TODOROV, T. O medo dos bárbaros. Para além do choque das civilizações. Rio de Janeiro: Vozes, 2010.
ZAMBRANO, José. Historia de José Zambrano Anima de Pica Pica. Disponible en: <http://animadepicapica.blogspot.com.br/2009/03/historia-de-jose-zambrano-animade- pica.html>. Aceso en: 10 abr. 2013.
Jenny González Muñoz*
Artigo recebido em 13 de maio de 2013 e aprovado em 03 de junho de 2013.
* Doutora em Cultura e Arte (UPEL, 2010) País de origem: Venezuela. E-mail: [email protected]
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Copyright Pontificia Universidade Catolica de Minas Gera, Programa de Posgraduacao em Ciencias da Religiao Apr-Jun 2013
Abstract
Cultural processes of rural populations in Latin America while its immaterial dimension, are closely related to social and collective memory, which can serve, among other thins, to strengthen the transmission of legends created by wisdom through oral tradition. In the plains of the Midwest Venezuelan, during more than two centuries, were heard many legends that tell the apparition of spirits which roam the savannas lonely, especially on the darkest nights. These "ghosts of Savannah" are the souls of old settlers who roam (roam) because they can not find peace or because they are asking for prayers for his eternal rest. These stories from generation to generation are part of the identity of the plains and are included national literature. This article emphasizes this feature, taking as an example the novel by Romulo Gallegos, as well as popular songs or those compiled by Alberto Arvelo Torrealba to establish the link between the creation and transmission of legends and religion of that culture. [PUBLICATION ABSTRACT]
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