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Catalina Guerrero
Madrid, 19 abr (EFE).- "Escribo, luego soy". Es la tabla de salvación a la que se aferró Ana Novac, una niña judía, para redactar un diario de gran intensidad y altura literaria que empieza justo donde termina el de Ana Frank, en el infierno de los campos de exterminio nazis.
Ana Novac murió el pasado el 31 de marzo, a los 80 años de edad, tan sólo seis días antes de que "Aquellos maravillosos días de mi juventud" (Destino), el diario que milagrosamente logró escribir en Auschwitz, Plaszow y otros campos, fuese publicado en español.
Murió de un ataque al corazón en París, en la ciudad en la que siempre soñó con vivir y donde se instaló en 1968, tras una escala de tres años en Berlín despues de escapar de la Europa del Este.
"En una única y misma existencia tuve la suerte de presenciar la caída de dos plagas que me parecían desastrosas por igual: el socialismo 'nacional' y el otro (el sovietico)", escribió Novac en el epílogo de este "testimonio honrado" que quiso ofrecer al mundo.
Nació en Transilvania (Rumanía), pero a los once años se despertó siendo de nacionalidad húngara,...